La viajera no es una mujer convencional, así que hace caso omiso a las advertencias de su hija y decide hacer un segundo viaje por el Riff, esta vez quiere meterse de lleno en las casas de las familias islámicas.
Consigue que Amina la invite, eso si, tendrá que vivir como ellas y acatar sus normas de convivencia.Ella es la primera cristiana que se adentra en sus vidas.
Amina la invita a tomar un baño para calmar el calor de esas tierras, el cansancio acumulado por el viaje y la Fiesta de la Henna la noche anterior.
En un pequeño cuarto sin lavabo, ni ducha, ni grifo alguno la cabeza de la viajera casi roza el techo; al fondo varias garrafas con agua, una cloaca es la única pieza que se aproxima a lo que un día sera un cuarto de baño, si Alá se lo permite. De momento tres cubos con agua son los únicos enseres que hay, uno para lavarse de éste el agua pasará a un segundo que servirá para arrojarla al sumidero, cuando sea necesario, el tercero y más importante para beber, lavarse los dientes...
Lo siento, es lo único que tengo, comenta Amina pero, rapidamente, aparece su dignidad y le explica como será su casa otro día, otro año.
La viajera empapa una toalla y la pasa sobre el tatuaje de henna que le hicieran las mujeres la noche anterior, vuelve a empapar la toalla y la pasa sobre resto de su cuerpo, dejando cara y manos para el final, el agua sobrante la arroja sobre ella, que está casi suspendida con ambos pies apoyados en los reposapies que hay a cada lado del sumidero.
Está lista para comer con la dignidad que Mahoma exige.
Amina es de pequeña estatura, menuda, educada,cariñosa y muy lista: No quiere que la casen, antes tiene que terminar su cuarto de baño.
Si la viajera me da permiso, otro día os contaré algo sobre las comidas, las bodas, los amores en el Riff.
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