La Habitación
Oye, ¿sabes qué?
Algunos creen que el verano está por acabarse… pero yo recién lo veo entrar por nuestra habitación
Nuestra habitación…
¿Qué es eso?
El espacio que compartimos cada vez que hablamos…
No es algo físico, (lo sabes, lo obvias, lo entiendes), es algo, casi espiritual, por no ser tan escandaloso
¿Cuántas cosas han pasado desde que nos vimos en la habitación la última vez?
¿Cuántas noches han caído solitarias en tus hombros desde que dije ‘‘adiós’’ (y no es literal, lo sabes… es obvio) y levanté la mano en señal de despedida?
No lo sabes, porque poco importa ahora que abrimos el baúl de los recuerdos
Cuando el verano se está muriendo de un cáncer terminal, y yo aún creo que sólo está abriendo las maletas para asentarse una década sobre las cabezas…
Ahí está nuestra habitación como siempre, con la cama deshecha y tantas otras cosas deshechas, aún por arreglar, como la ropa tirada por el piso, y un espejo roto por la barbarie de lo que fueron los gritos de antaño, y un velador sin cajón y magullado, y tanta cosas más, como la guitarra desafinada y el escritorio desordenado, y el caos… ese caos que llamé belleza por tantas lunas (volvemos a lo metafórico, lógicamente), que defendí, y el miedo que inundó ese como sea que se llame… ya no importa
Sólo que aquí estoy otra vez… hablándole al espejo roto, diciéndole a ese tipo deforme y malhumorado que sonría y recuerde cuán bella es la vida, aún tras un verano que se acaba sin gloria alguna… pero que puede traer una sabiduría aún mayor…
¿O no?
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