Una carta
(Un email)
De enero de 2001 a la fecha

Mí querida vecina:
Te encontré. Las disculpas no tienen argumento aquí. Solo mi atrevimiento y la nostalgia de la oportunidad perdida, al no voltear oportunamente, tan solo a un lado de mi, y descubrir otro camino. Le creí al destino pero en el cielo ya estaba escrito, que mi corazón fuera estúpido. Solo quisiera agradecer el hecho de haberte interesado por mí, de algún modo, sí. Sí, quisiera decirte eso nada mas, pero no puedo. Recuerdo que te acercabas para hablarme, yo no entendí las sutiles, inteligentes y tímidas insinuaciones, y hasta este momento no comprendo cómo pudo ser tan ciego mi corazón, no te pudo reconocer y te despreció. Si de algo valiera que tu sepas que eres para mí la mujer más hermosa –¡si de algo valiera!–. Y ahora no puedo apartarte de mi pensamiento ¡te amo!
Quisiera gritar te amo. Estúpidamente tarde pero te amo. Al recordar nuestra breve charla, recuerdo tu mirada reflejando un naciente amor, ahora lo sé, supongo que así fue, quisiera que así hubiera sido, ahora deseo que así sea. De tu amor por mí, ahora, ya no queda algo, desapareció sin dejar rastro de su existencia. Ahora es tu turno para despreciar este amor, por favor hazlo. Quisiera verte sin que me mires y sentir tu desprecio, quiero verte despreciándome. Escribo para evitar ver los ojos que amo, si me miran me harían llorar como un niño. No quiero que mi llanto de niño sea un recurso para liberar tu amor agónico, y que empiece a crecer y fluir, encuentre una rendija y desesperado salga y se desborde nuevamente, e inmenso como es, me absorba. –Solo mi corazón cree que sucederá lo anterior, que estúpido de verdad. Sin embargo como lo deseo: no solo con mis ojos y brazos te deseo, no; te deseo con todo mi cuerpo, que siento como se va al infierno; tu imagen me asecha como un incesable prurito en mi alma; te amo con imaginarte nada más; te recuerdo y vivo, me acuerdo de ti y estoy completo; puedo perderme en mis pensamientos por ti, pero que estupidez… esto debe ser basura para ti, basura que debes tirar–. Ando con mi llanto de niño por no amarte en la hora y en el lugar precisos. Si logras verme, solo veras al impostor impasible que soy, y no al niño que nunca he dejado de ser. El amor duele y tengo que recetarme escribir palabras estúpidas para calmar el dolor. Estúpido, estaba ciego, no logro entender como este corazón pudo despreciarte y ahora nada le place, excepto tú. Por favor desprécialo, lastímalo con el desprecio, eso es lo que se merece. Estúpido, no sabe que al despreciarte te perdió para siempre, anhelándote siempre sabe bien que no llegarás, condenándose a la prorroga perpetua. Que estúpido es mi corazón que no tiene noción de la posesión, ¿cómo es que después de que lo invitaste a traspasar el umbral de plata no se haya metido?, y se atreve a reclamar tu amor, como cosa que se cae de la mano, como si fueras de él, queriendo ser parte de ti. Y como si el tiempo no hubiera pasado, y como si la vida no te hubiera golpeado para irla llorando, y como si tu corazón no se hubiera endurecido tanto que se estuviera rompiendo, y como si tu corazón no hubiera encontrado un buen amor para amarlo, y como si tu corazón no se hubiera emblandecido tanto para que lo estuvieran exprimiendo, y él mío… como si fuera un inocente, sin culpa, sin pasado, sin pecado y sin perversiones, como si estuviera vacío. Y así, sin más, se presenta desnudo ante ti. ¡Qué estúpidooo…!
¡¿Y ahora, qué es lo que puede hacer mi corazón si no morirse, matarse, matarme?!
La memoria me obstruye y no funcionó, me gusta alimentarme de tu recuerdo para mantenerme estancado en tu amor por mí y mi amor por ti. A ti es donde se dirige mi corazón regando palabras para reconocer el camino de regreso al presente –sí, que estúpido–. Quisiera que fuera un sueño el presente y mi realidad el pasado, y no este amor anacrónico por antonomasia. Quisiera atrapar el instante de tu amor por mí y quedarme ahí, ingrávido. Quisiera doblar la línea del tiempo en el punto equidistante de nuestro amor y guardarlo en el bolsillo izquierdo de mi camisa, junto a mi corazón –Si, ¡¡ya sé que es imposible!! (La bolsa de la camisa es muy pequeña), esto solo pude suceder en mis sueños y en mi imaginación–. Bendita imaginación, que te forja, literalmente estas aquí con migo ¿Que no sientes que estamos emplazados en el aire y mi cuerpo se torna ufano al inhalar la ceda de tu pelo, al acariciar el aroma puro de tus poros, al besar tu aliento fresco, al exhalar tu temblor extasiado, al escuchar tu gesto excitado, al ver que me ves en la oscuridad, mujer perfecta, luz divina que me irradia; no sientes tu candente candor? (Te tengo sin que estés aquí). Adoro la simetría precisa de tus nalgas, la posición exacta de tus senos firmes, la inteligencia de tus ojos que miran con cariño, la carne de tus labios con sus comisuras, la planicie uniforme de tu vientre, lo plausible de tu cintura, el tacto de tus pequeñas manos, el contoneo de tu cuerpo cuando caminas con tus piecitos, el compas de tus piernas trémulas, la lengua con el sonido de tu voz omnipresente, la cola de tu pelo castaño y lacio acariciando tu espalda tersa, el porte rígido de tu cuello, tu corazón sincero y tu alma mía. Adoro tu ser, como ser concebido por tu ser. –Que mi corazón no te engatuse, solo desprécialo–.
No sé si algún día he dejado de pensar en ti, las cosas bellas me recuerdan a ti, ahora no puedo prescindir de la belleza. Si el amor une cuerpos, inventare una nueva forma de amar, a pesar de no tenerte; tu cuerpo material es al que no poseo, pero poseí tu amor, tú alma y con eso me basta
(Por ahora). –No hagas caso, solo despréciale–.
Tú me amaste, ahora yo te amo. No solo te amo, hacemos el amor y el amor nos hace, aunque en un tiempo diferido, pero eso no importa. Lo hicimos, lo hacemos, lo haremos cada vez que yo quiera, te deseo ahora, y ahora lo hacemos. Cuando vemos la luna lo hacemos ¡Qué hermoso!
Aquí en mi imaginación no existe el tiempo ni el espacio. Lo volvemos hacer. Tú te ame y mí te amo convergen. ¿Ahora? no, para siempre. –Por más que te ruegue desprécialo–.
De vuelta ya…, piso suelo ya, la realidad es otra y ya… no quería que esta carta llegue a su destino.
Tu eres el detonador que hace que escriba, que me quita el lastre –no sé qué consecuencias tenga esta carta que expone emociones reprimidas, pero no aguantaba más, la cual no debe ser un predicamento, entiéndela (yo aceptaré tu conclusión) y destrúyela por favor–. Siempre estúpido mi corazón, ¡sí!, pero ahora, más ligero y cercano a la libertad, acariciándola por momentos. Qué serenidad siento después de escribirte, que me podría morir, no es que esté enfermo de mal de amores, no, pero el dolor en mi costado se hace más agudo, me dueles y mientras más me dueles más te amo. Si algún día te tengo me sentiría morir, sentiría que ya lo hice todo, me sentiría pleno, basto, como un roble, lleno, lleno de ti, ¡que ya no me cabrías más! El exceso de ti me reviviría que en ese instante quisiera morir. – ¡Que lo desprecies carajo! –.
Creo que llegaremos tarde a la cita, pero llegaremos, ahora sí, en el lugar y momento precisos.
Imploraré al azar para que nuestro encuentro sea furtivo y así sincronizar nuestros corazones, tal vez como amigos, pero solo tal vez… mejor como amantes ¿sí? mejor así; de cualquier forma, si confabulamos, creo que ya no odiaré más al tiempo. El tiempo me quema y de alguna forma tenía que apaciguar su llama, y tomó forma de palabras escritas, no quiero ser, ni pretendo ser, escritor o poeta, ni nada que se le parezca (“sintiéndome tufos de literato” ¿cuántas veces he leído esto y ahora lo escribo con razón?). Perdóname, pero esta carta hará que la llama sea leve y no me arda tanto.
Después de verte despreciando mi amor, exijo verte pronto y sin decirnos nada nos abrasemos y besemos, encausando nuestros más sinceros yoes al tiempo que perdimos.
No quiero llorar, por eso escribo, por eso callo y me mantengo impasible. Adiós o hasta que el azar nos conspire.
A cualquier hora del día, México
Tuyo por siempre y con gran amor
Tú más devoto amante
Sinceramente tuyo
IjTiLi