Decidí comenzar mis averiguaciones quedándome por las tardes en la escuela después de mis clases, que es en ese momento cuando se supone que mi acompañante del departamento llega.

Esperaba lograr mi propósito con lo que pudiera averiguar en otros lugares diferentes a los del departamento, puesto no quería tener que llegar a irrumpir en su habitación; eso sería ya un crimen, a demás que seguramente se daría cuenta de mi intromisión.

El comienzo no fue nada alentador: el primer día ni siquiera logré averiguar en qué aula asistía; recorrí todos los salones y en ninguno lo hallé y tampoco a aquel que me dijo que estudiaba en su misma clase.

Al segundo día, mientras caminaba por un pasillo de la escuela, me pareció que Cesar entraba a un salón de clases. Lo que sentí en ese momento fue algo inesperado; me sentí como estar cometiendo un crimen, como si estuviera planeando un asesinato o algo por el estilo.

Traté de controlar mis nervios, y esperé impacientemente a que terminaran sus clases. Luego de esperar hasta por mas de cuatro interminables horas, los estudiantes comenzaron a salir tranquilamente del salón. Yo permanecía cerca de la puerta con mi espalda pegada a la pared, como si esperara a una persona cualquiera.

Cesar no había salido aun, por lo que me acerqué lentamente a la puerta del aula; pude ver que quedaba un puñado de estudiantes, además del profesor. Al parecer, ese día se aplicaba una prueba de conocimientos.
(continua)