La noche ha caído hace varias horas, la luna brilla con una intensidad fantasmal. En su recorrido, proyecta sombras sobre los objetos realzando sus contrastes. Esta noche es única, esta noche un gigantesco cono de sombra invisible persigue a la luna, camuflado en la oscuridad como un depredador sobre su presa.
Las luces de la ambulancia giran una última vez y se apagan, dos paramédicos ingresan con premura la camilla a la guardia del hospital.
El médico de guardia, dirige a los técnicos hacia la unidad de terapia intensiva, con serenidad y eficiencia formula mecánicamente las preguntas de rigor. La enfermera los recibe, con todos los equipos preparados.
La luna sigue su camino ignorando el ataque que se avecina. En una colina próxima, un lobo aúlla.
Los paramédicos se retiran, el doctor verifica los monitores, conecta sondas, sensores y el respirador al cuerpo inerte a su lado, la enfermera sigue atentamente el procedimiento.
- ¿Cómo está doctor?
- No lo se aún Ana, todo indica un estado de coma profundo, los paramédicos me dijeron que, según información proporcionada por la esposa, el hombre se acostó a dormir como todas las noches. En un determinado momento, la mujer percibió un cambio en la respiración de nuestro paciente, al tocarlo notó que estaba frio y que prácticamente no respiraba. Si no tuviera la edad que tiene diría que se trata de una “muerte blanca” o, “muerte de cuna”.
De pronto el asesino ataca. Una pequeña marca como una dentellada astronómica, come un pedazo del brillante disco de la luna. El lobo esconde su rabo entre las patas, y todavía erizado vuelve a su madriguera, temeroso.
- ¿Ritmo cardíaco?
- Veinticinco pulsaciones y en descenso – Contesta la enfermera.
El doctor menea la cabeza preocupado, de reojo mira al equipo resucitador en la mesa de al lado.
En lo profundo de su mente resuenan los versos de Shakespeare…
“¡Morir...quedar dormidos...
Dormir...y tal vez soñar!
¡Ay! allí hay algo que detiene al mejor.
Cuando del mundo no percibamos ni un rumor,
¿Qué sueños vendrán en ese sueño de la muerte?”
Un imperceptible movimiento bajo los párpados del hombre denotan cierta actividad cerebral. En lo profundo del coma el hombre sueña.
El caleidoscopio, inactivo hasta hace sólo unos instantes, gira ahora lentamente formando una extraña imagen.
Flashes
Hay algo que está mal, estoy inmóvil.
Observo sentado al borde de la vereda en esta calle de Beijing, el cuerpecito de una niñita de menos de un mes, abandonada desnuda en la calzada. Llora, la gente camina ignorándola. Claro, es una mujer, para la mayoría de los matrimonios chinos, el peor castigo. El estado solo les permite tener un hijo. Un hombre sirve para el trabajo y la ayuda familiar, una mujer no. Ante la decisión de buscar un segundo embarazo más “afortunado”, la única solución es eliminar a la niña. La cobardía les impide acompañar la monstruosa decisión, asesinándola rápidamente. La “solución” es abandonarla y dejar que el “destino” tome en sus manos la vida de la criatura.
La niña ha dejado de llorar, ya no tiene fuerzas, su cuerpo cambia del pálido al azul por el frío del suelo y las sucias aguas de la alcantarilla. Ya sólo respira y con dificultad.
No puedo moverme, no puedo hacer nada, salvo mirar impotente el fin de una vida.
La gente camina a su lado ignorándola, las miradas lanzadas de reojo, me permiten asegurar que todos son concientes y cómplices de este monstruoso asesinato. Un par de horas después, un anciano “piadoso”, cubre al bebé con una hoja de diario. Claro, es mejor no ver, la conciencia se engaña, bajo el diario que aún tiembla, y sube y baja lentamente, ahora ya no se ve al bebé. El anciano sigue su camino.
Quiero gritar y llorar, quiero abrazarla, darle calor pero estoy paralizado. Finalmente el diario deja de temblar y de moverse...
En un monte africano, una loba amamanta a una niña, ella gruñe, ladra y sonríe entre medio de sus cachorros hermanos. Nadie sabe cuándo fue adoptada por este animal carnívoro y depredador.
Años más tarde será descubierta por el hombre. La niña-lobo, llora y muerde, no quiere abandonar a su “familia”. La manada de lobos fue exterminada a balazos, los animales intentaron atacar cuando el hombre quiso “rescatar la niña”. La niña se libera de los brazos humanos y se abraza gimiendo como un perro al cuerpo inmóvil de la loba.
Observo todo, incapaz de intervenir.
- ¿Quienes son los animales?
El cáncer avanza, poco a poco la luna va siendo totalmente devorada por la sombra viviente.
Los signos vitales del hombre sólo se sostienen artificialmente…
- Se nos está yendo – murmura el doctor.
El caleidoscopio gira un cuarto de vuelta, una nueva imagen se dibuja.
Encrucijada
- ¡Malditas “cigüeñas”!, te dejan en donde se les ocurre y uno cae en cualquier parte de la historia - digo con humor ácido.
Ante mí un camino, sólo uno, detrás de mi el precipicio, por delante un valle. Sólo puedo quedarme donde estoy o empezar a caminar. Entonces camino.
Nadie me acompaña, nadie viene en sentido contrario, estoy solo.
El valle es irracionalmente gigantesco, los costados del camino parecen sembrados con cebada o alfalfa. Todo recuerda a un prado gigantesco. Los días pasan a una velocidad alucinante, de pronto aparece de la nada ante mí una encrucijada.
Un curioso cartel de “pare” me propone que no me apresure.
¿Izquierda?, ¿Derecha?, ¿Al frente?
Miro en todas direcciones, nada indica “a priori” una variante que proponga un paisaje distinto.
Paso un día a la sombra del cartel, nadie pasa.
Me levanto y empiezo a caminar en dirección…, en realidad no importa, acabo de comenzar a elegir mi camino. Con el pasar de los años las encrucijadas se repiten, a veces una curva, un promontorio o una vista determinada parecen ayudar en la decisión.
A veces camino rápido, a veces lentamente, a veces, arrepentido intento volver atrás, pero noto que no puedo. La curiosidad de lo que vendrá me impulsa a continuar. A veces me detengo, trato de repasar mi camino pero los años van cubriendo piadosamente las decisiones tomadas, los paisajes y las dificultades, las encrucijadas…
He notado que, en dichas encrucijadas, los escasos carteles, quizás dejados por algún viajero que recorrió mi camino con anterioridad, indican siempre el camino a “la felicidad”, quizás de buena fe, quizás no, lo cierto es que rara vez alcanzo “la felicidad”, y cuando creo que lo logro, no lo valoro, me aburro y salgo a buscar una felicidad más profunda y duradera. Y me “pican” los pies, y vuelvo al camino, y a veces por las noches, sentado al borde de la ruta lloro. Y así sigo, y así llego. Esta vez el camino no me ofrece una encrucijada, el campo de alfalfa o cebada me parece familiar. El camino termina abruptamente en un precipicio, también vagamente conocido. Me detengo un par de días, miro para atrás, los pies vuelven a picarme, cierro los ojos y doy un paso al frente.
Apenas queda un filamento de luz de lo que otrora fuera la luna.
El monstruo la ha devorado casi por completo, las estrellas ahora son los elementos más brillantes del firmamento. Y desapareció…, una tenue y lechosa luminosidad con un gigantesco agujero en el centro flota en el cielo. El silencio es absoluto.
- ¡Ana!, ¡Despeje la camilla!
El Médico aplica los electrodos sobre el pecho del paciente. El hombre parece cobrar vida, se arquea apoyándose en la cama sobre la cabeza y la cadera.
El Doctor estudia el instrumento, el osciloscopio devuelve una línea plana y un pitido ominoso sale del instrumento.
- ¡Ana!, ¡vamos, otra vez!...
- Está clínicamente muerto - dice Ana
El doctor baja los brazos, el osciloscopio sigue marcando una delgada línea plana y el pitido compite con la agitada respiración del médico. De pronto algo lo impulsa.
- ¡No!, ¡todavía no!, ¡Vamos Ana!, una vez más.
Otro cuarto de vuelta, las figuras se separan y se agrupan en hermosos dibujos geométricos hexagonales.
El dios binario
En lo alto del pico más alto de la montaña más alta de la cordillera más alta del mundo estaba el templo.
Frío y gigantesco, brillante como el hielo eterno. El aire enrarecido parece hacerlo flotar por sobre todo el mundo.
Entro tiritando agitado. Las paredes parecen tener luz propia. El palacio parece deshabitado, helado y silencioso.
Estoy buscando a alguien. En la religión de Boole aquí habita el dios binario. Para él todo es verdadero o falso, uno o cero, blanco o negro.
Salgo al salón principal y lo veo. Sentado en su trono de silicio, me mira a los ojos como una estatua viviente de los símbolos Yin y Yang.
Me detengo a un par de pasos, y me mira curioso. Sin demora saco mi arma y le disparo. Estalla en infinitos pedazos que caen al piso formando un manto de un nuevo color, el hermoso gris.
Giro sobre mis pasos.
Ahora ansío volver nuevamente al mundo, un nuevo viejo mundo sin lógica binaria, sin verdades absolutas, no veo el momento de ver reflejado en él, el resultado de mi reciente acción.
Primero es un murmullo, luego un estallido, la vida ha vuelto a la noche en el valle. Milagrosamente la luna comienza a emerger por el mismo lado por donde había sido agredida. El brillo empieza a derrotar a la oscuridad, la luna nace nuevamente con mayor luminosidad que antes.
Bip, bip, bip…
El osciloscopio muestra una tenue y rítmica sinusoide. El médico sonríe con su frente perlada por el sudor.
- ¡Vamos Ana!, está vivo, ¡Vamos a estabilizarlo!.
Otra vez el caleidoscopio gira sobre su eje, otra vez los cristales de colores forman otra brillante imagen.
Loch Ness
Inverness debe ser la ciudad más emblemática de Escocia, además de ser la capital de las Highlands (tierras altas) todo en ella tiene reminiscencias épicas e históricas.
Por algún motivo que no entiendo pero que disfruto íntimamente, he sobrevolado como un pájaro la ciudad un par de veces y ahora continúo sobre los campos y las colinas rumbo suroeste sobre la carretera A82.
Hacia el sur aparece el lago Ness origen del río Ness que da nombre a la ciudad que se encuentra en la desembocadura sobre el mar.
La curiosidad me frena. Aterrizo suavemente en la costa cercana al castillo de Urqhart, y sin pensarlo dos veces me interno caminando en las profundidades del lago Ness… estoy buscando a un monstruo, estoy buscando a Nessie.
Este misterioso ser que lleva alterada a más de diez generaciones de escoceses, parece vivir en el corazón de este lago, quizás en una de las grutas subacuáticas recientemente descubiertas.
Camino sin apuro sobre el fondo del lago levantando nubes de sedimento, fuerzo la vista para buscar la criatura. El lugar parece un templo abandonado, un templo dedicado a un culto absoluto, la soledad.
Han pasado varias horas (o segundos) pero finalmente encuentro una entrada.
El corazón me late con fuerza, empiezo a recorrer el pasadizo hasta que llego a un amplio salón subacuático.
- ¿Quién eres?- resuena una voz en mi mente
- Soy yo, un sueño
- ¿Qué quieres?
- Conocerte Nessie, ¿Y tú quién eres?
- Otro sueño igual que tú.
- ¿Nunca despertaste?
- No, quedé atrapada entre el sueño y la muerte, desde entonces mi vida es solo soledad…
- ¿Hace mucho?
- ¿Qué diferencia hay?, el sueño no tiene tiempo.
Me quedo un rato observando a la criatura. Las tenazas de su soledad me oprimen el alma. Finalmente sin más que decir vuelvo sobre mis pasos.
- ¿Ya te vas?
- Si, creo que en cualquier momento voy a despertar.
- ¿Puedes hacer algo por mí?
- Claro, ¿Qué quieres?
- ¿Puedes matarme…por favor?
La noche vuelve a iluminarse con el brillo plateado de la luna. Todavía no está recuperada, todavía no está completa, pero la esperanza renace en el valle.
Por primera vez en toda la noche el doctor puede tomarse unos minutos. Ana le trae un café caliente mientras el médico revisa nuevamente todos los signos vitales.
- Lo salvó doctor
- ¿Lo salvé? O ¿Se salvó?
- Vamos doctor, no sea modesto
- Justamente, no lo soy, ¿Cómo puedo haberlo salvado si no sé que mal lo aquejaba?...
El caleidoscopio gira y las imágenes se forman sin repetirse, una vez mas.
El Péndulo
La cúpula yace en el fondo del mar. Su ubicación, el océano Atlántico, cercano a las costas de África en el golfo de Guinea más exactamente en latitud cero longitud cero. Es la intersección del paralelo y el meridiano más famosos del planeta, el ecuador y el meridiano de Greenwich. Pero esta no es la única rareza. No recuerdo como llegué pero aquí estoy, en la llamada cúpula de la humanidad.
En su centro un enorme péndulo cuelga del punto más alto. El mismo se balancea acompasadamente de izquierda a derecha y de derecha a izquierda.
Estoy hipnotizado, su movimiento se acelera al rozar el suelo de la cúpula y alcanza en un instante a detenerse en los extremos de su recorrido.
- ¿Fascinante no? - dice una voz a mi espalda
Miro sobre mi hombro y veo al anciano.
- Perdón, pero usted, ¿Quién es?
- Joven, esa pregunta debería hacerla yo. En realidad usted ha entrado en mi casa. Yo soy el guardián del péndulo.
- ¿Qué?
- No importa, no me lo creería.
El silencio se apodera del recinto, el péndulo continúa su marcha sin parar .Mirándolo pregunto
- ¿Y el péndulo qué hace?
- Como la humanidad, busca su equilibrio
- Todos saben que el reposo de un péndulo es su vertical. ¿Nunca se detuvo?
- Jamás, Efectivamente el equilibrio implicaría detener el péndulo en el centro de su recorrido pero la humanidad lo desconoce.
El anciano guardián carraspea y continúa
- La derecha siempre representó el orden, la izquierda la libertad aunque a veces en los extremos cambian. El hombre siempre ha querido tanto a ambas que nunca se conformó. El péndulo siempre va a oscilar mientras exista un hombre.
- ¿Y nunca probó detenerlo?
- Sí.
- ¿Y?
- Ahí lo tiene, solo empezó a moverse.
- Pero, ¿Usted entiende que esas oscilaciones son la causa de infinidades de muertes, guerras y odio en la humanidad?
- Sí, pero ¿entiendes tú que eso es exactamente el motor de la existencia del hombre?, ¿Concibes a un hombre conforme con su destino?, ¿Aceptándolo sin discusión?. La única solución del hombre es…
La voz del hombre se apaga y comienza a escucharse la voz de otro hombre diciendo “Ya está, está volviendo en sí”.
Morir, dormir y tal vez soñar….
La noche se aproxima a su fin, la luna nuevamente intacta finaliza su periplo por el firmamento y el sol se apresta a salir para perseguirla. El lobo sale de su guarida y aúlla una despedida.
La temperatura vuelve al cuerpo del paciente, la respiración se normaliza, el hombre parpadea unos minutos, mira a su alrededor y pregunta
- ¿Dónde estoy?
Su mujer lo espera en el cuarto del hospital, hay estudios que terminar y papeles que completar.
Traen al hombre en la camilla y la mujer lo abraza sollozando.
- ¿Cómo estás?
- Bien, la verdad es que no me acuerdo nada, cuando desperté creía que todavía estaba durmiendo en casa.
- ¿No recuerdas nada?
- Nada, Jirones de sueños… un Caleidoscopio.
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