LA MOROCHA.
-¡Mamá, con lo que me pagó la patrona nos alcanza de más, para celebrar mi
cumpleaños en “Mundo Mágico! exclamó saltando la Morocha, al tiempo que
sacudió frente a sus ojos un abanico de billetes.
La celebración sería espléndida.
La señora Estercita arrendó un tobogán, un castillo inflable, un mini carrusel; también
hizo llenar la piscina.
Apenas llegaban, los payasitos contratados, maquillaban a los niños con una réplica de sus caritas sonrientes.
A la par que los invitados disfrutaban de los diferentes juegos, entre los árboles, se les repartía bebidas, jugos y demás golosinas.
De pronto apareció la anfitriona.
-¡Venga, mi niña! Venga a brindar con sus amiguitos en su cumpleaños número doce! dijo doña Estercita.
La pequeña se acercó esplendorosa, con el vestido de gasa color damasco, zapatitos nacarados blancos, y sus bucles sostenidos por un gran moño de cintas de raso en el tono.
Mientras las tías con la nana distribuían las bandejas en cada puesto, la patrona pasaba revista: galletas, caramelos, suflés, papitas fritas, cornetas, antifaces, gorros, serpentinas, chayas y el tipico rollito con la sorpresa.
A la par que los artistas presentaban su show a los jóvenes comensales; sobre la extensa mesa, la empleada proveía de mas vasos, cubiertos desechables, bebidas individuales, servilletas ad hoc. En un impresionante despliegue de elementos de cotillón.
-¡No debe faltar nada, en la fiesta de mi niña! Repetía y repetía la señora Estercita!
La anfitriona, en “su rol” de cumpleañera, recibía los parabienes y regalos que apilaba en una mesita, sin abrirlos.
a una señal de la dueña de casa, uno de los payasos le pasó el micrófono, para que cantara su canción favorita; el tema “Chiquitita” del Grupo ABBA.
Después de un silencio impresionante y fugaz, las cornetas avisaron que alguien ya traía la enorme torta con las doce velitas.
Mientras la señora Estercita estiraba amorosamente los pliegues del vestido de la
chicuela y, de tanto en tanto acariciaba sus blondos cabellos "sus amigos" le cantaban:
-¡Feliz cumpleaños, Valentina Andrea! ¡Que los cumplas feliz!
Enseguida el rito de soplar con los ojos cerrados, pedir los tres deseos, y el trámite que a cada uno le sirvan un trozo.
Otra vez los juegos y a gozar con las ocurrencias de los payasos.
Ya casi al anochecer, la patrona y “la cumpleañera” se acercaron a la reja del chalet, a despedir a cada uno de los invitados.
Al salir el ultimo, la festejada despues de acompañar a la dueña de casa a su sillón preferido en el jardín,corre a la cocina.
La Morocha se quita el vestido de fiesta y vuelve a ocultarse dentro del descolorido júmper de alumna de escuela pública. En forma mecánica aprisiona sus crenchas en el colet de niña pobre, y se sienta sobre la falda de su ya cansada madre:
- ¡Mamacita, con lo que me pagó la patrona, nos alcanza de más para celebrar
“mi cumpleaños” en Mundo Mágico-
La mujer besa en silencio a su “guacha” . Bajándola con cuidado, cariñosa le palmotea las nalgas.
Solícita corre hasta el jardín; donde la dueña sonriente, con los ojos cerrados, repasa cada detalle de la celebración perfecta del cumpleaños numero doce, por la hija muerta junto a su padre, en aquel trágico accidente.
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