Es arduo que el término “jamás”, a partir de ahora comience a definir sus ilusiones ulteriores. Moriré, posiblemente de noche. A quienes habitualmente acerco en el diálogo también se borrarán, morirá mi descendencia (pienso tenerla). Los muros que comienzan a elevarse a pocos metros de mi casa decaerán cierta mañana, húmedos e inservibles a dar su espacio a nuevas edificaciones, nuevos habitantes, vidas exaltadas a veces. Y yo sin mensurar aún, en cualquiera de los tiempos, que “jamás” signifique.