Con el dibujo del laberinto en la mano,
un oasis en medio de la Nada, representando al Todo.
Danzan los colores entre las nubes delante de este infinito cosmos
que los evoca con dulzura.
Una, dos y luego tres estrellas fugaces que marcando caminos,
convierten al cielo en una lluvia de deseos.
Lejos, todo.
Unas gotas persistentes y delicadas juegan haciendo
formas sobre agua, sacudiendo levemente las hojas
que flotan sobre ella, como haciendo un llamado
a la vida... a despertar!
El aire danza, se iluminan las estrellas
y la luna asoma su sonrisa regordeta....
canta entre silencios la melodía infinita
señalando el trasegar de los pasos
en el camino de hierba... ese que conduce
a la nada del todo.
Y acompañando este sueño, despierta la flauta,
el sonido de la voz ancestral que cuenta secretos
y revela verdades.
Las ondinas bailan saltando de gota en gota
mientras las salamandras las miran embelesadas
desde el refugio mágico calentado por el crepitar del fuego.
Una, dos, tres, seis, diez, veinte, incontables seres diminutos
y casi transparentes reviven a la luz de la noche y traen a la vida
el recuerdo inmemorial de que cada partícula del cosmos
se encuentra justo aquí, justo ahora, en este momento y para siempre
como un recuerdo sin tiempo... |