Tijuana BC. Febrero 2012. Educación machista de mierda.
¿Sabes?, Me gustaría que lo supieras, que yo no hubiera querido que lo nuestro terminara de la manera en que sucedió.
Mis ilusiones, fantasías románticas tal vez, me permiten visualizar diversas circunstancias, historias con otro guion, eventos cimentados en la intervención del destino, del tuyo, del mío.
Crónicas creadas en la confianza, en la eliminación de la maldita intranquilidad.
Porque la educación tradicional que recibí, en su momento me enseño que el motivo de mí existencia, era precisamente ser algún día la esposa de alguien, llevar su apellido con orgullo, tener y mantener un hogar limpio, traer hijos al mundo hasta el limite de mis fuerzas, justo hasta el numero que la ignorancia y necedad machista de mi marido lo permitiera.
Pues para eso me educaron, y mis padres se encargaron de repetirme hasta el cansancio que las universidades eran innecesarias en mi existencia.
Que el adquirir estudios era una verdadera pérdida de tiempo, que yo debía estar centrada en el bordado, el zurcido, la cocina y toda la sarta de actividades que una mujer decente debe tener en su agenda de por vida.
Para qué conocer de algoritmos o economía política, si el trabajo de una madre es dedicarse a los hijos, así de simple.
Y ya lo ves, solo eso aprendí y nada más.
La educación sexual fue un tema que no ocupo un espacio en mi formación, mi padre jamás toco el tema, y mi madre siempre dijo que hablar de sexualidad, era vergonzoso, sucio, y las monjas de la escuela, ellas lo consideraban pecado.
Así crecí, y resulto que la esterilidad había cancelado para siempre la oportunidad de hacerte padre, de darte sucesores para tu apellido.
Y se me vino la crisis encima, porque el fin sublime para el cual yo había sido dogmatizada por mis padres, por mis consejeros espirituales y demás, se esfumo, en pocas palabras, mi vida y tus sueños se fueron a la basura.
Fue entonces cuando me atreví a buscar en ti algo más que mi dueño, y anhele que fueras mi pareja, mi compañero, que me ayudaras a entender, que me abrazaras, que me permitieras llorar y sacar toda la frustración de mi existencia, que diseñaras conmigo la formación de un nuevo objetivo que sustituyera el tema de los hijos.
Sin embargo, descubrí que todos tenían razón, al menos en el entorno de tu infame estructura de ideas y en tu ausencia de criterio.
En esas circunstancias, yo no te servía para nada, aparte de planchar tus camisas y tallar tus calzones.
Y frente a tus acusaciones, a tu egoísmo, a tus reclamos de que yo era un estorbo en tu dinastía, de que yo era la culpable de que no tuviera legalidad tu casta, de tus reproches que aseguraban mi frigidez.
Ups, pobre estúpido, en esas épocas, el sexo era lo ultimo que me interesaba.
Hasta que llegaste al punto de las bofetadas, y no pude más.
Una tarde, empaque todo lo que cupo en una maleta y salí huyendo de tu soberbia, de tu cobardía.
Aunque también huyendo de mi educación, de los absurdos valores y virtudes que a modo de señorita decente, se vuelven objeto de intercambio en un matrimonio común.
Sin embargo, llego el día que deje de huir al llegar aquí, hasta Tijuana, la frontera norte.
Como nunca hice estudios, hoy me ocupo trabajando en un almacén de ropa.
Y el dinero que gano, me sirve para vivir honestamente, y sobre todo, para venir aquí, a esté café, en el que cada noche de sábado, me doy el lujo de ser acosada por dos o tres hombres desconocidos que, con la firme intención de ligarme, de acostarse conmigo, me declaran guapa, simpática e inteligente.
¿Sabes?, La vida nos lleva por lugares que jamás imaginamos.
La vida escribe la historia, una historia que a mis cincuenta y pico, tiene que ver con un escape en sexo casual para alejar los demonios de la soledad, el sentimiento del fracaso, y la rabia que siento hacia ti y hacia la educación machista de mierda que parece haber sido trazada para producir mi desgracia.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, donde estoy convencida que, cuando la educación machista de mierda tenga algún valor, much@s nacerán sin culo.
Andrea Guadalupe.
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