Su mirada caía densamente sobre el vértice inferior izquierdo de una vidriera vacía. ¿Cómo se sentiría? –me pregunté-. ¿Cuál sería la causa de la caída de esa mirada? Yo solo iba pasando por ahí, pero tanta belleza aturdida, debo admitir, me impactó. Me debo haber quedado varios años mirándola, intentando tomar valor para acercarme a ella y al mismo tiempo deleitándome con su resplandeciente imagen. Comencé, con lentos pasos, dirigidos a la vidriera. Era una florería y la única flor que estaba iluminada era una rosa, pero su vista apuntaba a una cala que estaba en donde la luz casi no llegaba. Llegué a estar demasiado cerca, tanto que pude sentir su aroma y vi cómo una pequeña lágrima brillante cavaba, aún más, la zanja que algunas anteriores habían logrado. ¿Cómo se sentiría? –me volví a preguntar y en un corto santiamén, sus ojos llegaron a abrazar a los míos. Sentí…
-Tengo más de lo que quien quiera pueda ver, tanto que me deberían observar. ¿Sin embargo me exigen que me muestre? –me dijo exhausta por la abundancia que su saber, Él saber, le brindaba desgracia. Y yo, intentando detener el tiempo, comencé a observarla. Luego, cuando su vista volvió a la cala, pregunté:
-¿Qué ves? .y con una mueca que removía los cimientos de su zanja respondió-.
-Una cala… -pasado unos segundos mi lengua soltó otra pregunta-.
-Y… ¿Qué observas?
- Las palabras nos limitan querido amante de vidrieras nocturnas, las palabras nos engañan. Son bellas, sí, profundamente bellas pero confunden...
- Eso es por quienes a ellas nunca comprendieron, compañera de calas que en la oscuridad encandilan a la misma noche, quienes nunca comprendieron la belleza innata de las palabras a las misma encarcelaron nombrándolas herejes. ¿Tú, las comprendes o eres otra de las que se prohibió enamorarse de las mismas? ¡Son puras, mujer! -Grité al sol artificial que iluminaba aquella cuasidesahuciada calle, y luego pensé en cortarles la lengua a quienes embarren “La Palabra” y ella volvió a mirar la cala y dijo-.
-Pues parece que nuestros ríos desembocaron finalmente al mar. Que mariposas tan revoltosas, quizá las deba calmar. ¿Qué dices tú?
- No comprendo tu pregunta, yo soy espontáneo...
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