Llegue al mar como te prometí, me senté frente a el, observándolo, callada e inmuta. Hacia de mi hálito un ir y venir de las olas que me custodiaban. La plenitud recorría mi ser dejando mi alma aliviada, en paz con el mundo. Mi sigilo sentido de vez en cuando escribía algo, era tu nombre. Comprender nunca pudiese que en cada brizna de arena una frase oportuna hallase. Alguien las dejó para mí, sabia que época y en que lapso volvería allí.
Texto agregado el 13-02-2012, y leído por 97 visitantes. (1 voto)