El Sol llamó a la calma ese día, todo brillaba y una nube servía de quitasol en el cielo, todo era una película, lo sabía, lo supe al primer segundo cuando me levanté pensando en esos ojos que faltaban en el ambiente, sentía una leve jaqueca, y el ánimo se zarandeaba sin un control aparente, creando incertidumbre, faltaba algo en la pared de la pieza, faltaban sueños para alimentar mi pequeño orgullo personal, tenía solo un cigarro y era mentolado, no quise fumarlo, quería esperar, guardarlo, quería fumarlo en el momento indicado.
No me puse calcetines, tomé una polera que había en el piso y me la puse, tomé un encendedor, y salí corriendo hacía el río, escuchando la misma canción, una y otra vez, me gustaba en ese momento el ambiente, me gustaba sudar y escuchar acelerar mi corazón, quizás así, en ese momento hubiera podido sentir algo, caminaba por arriba de los rieles del tren, balanceando mis brazos, iba escapando de algo, pero no tenía ni forma ni nombre, no podía verlo ni sentirlo, tampoco sabía si era miedo o ansiedad, yo solo escapaba.
Tenía un celular con un único número telefónico guardado, de nombre mariposa, sabía que debía hacer algo con él, pero no sabía que, ni tampoco quien era, ni tampoco sabía como usar el celular.
Siempre había pensado que las calles estaban llenas de gente porque ellos querían salir de sus vidas, querían gritar algo fuerte, pero que no podían escucharse a ellos mismos, las calles eran sus manicomios, eran sus escenarios, podían vivir todas las fantasías que tenían en sus mentes, sin costo, sin limite de tiempo. Había mucho que gritar, todos querían hacerlo, pero no se atrevían, todos esperaban algo que no llegaría, vivirían algo que no acabaría, éramos todos una misma masa, no éramos parecidos pero tampoco diferentes, algunos vestían traje y otros solo poleras, pero siempre seríamos lo mismo, actores, nada mas que actores, entrando y saliendo en la misma escena, sin ningún orden, sin respeto por nosotros mismos.
Acabé sentado en una roca, que tenía una marca hecha por el agua del rio, acabé creyendo en todas las palabras que la gente me podía decir, terminé lanzando el celular al agua y memorizando el número que tenía guardado, no quería creer que esto había acabado, no quería pensar que la mariposa se había puesto a volar, solo me quedó prender el cigarro que llevaba guardado, y ver su sonrisa y su imagen en el humo que subía al cielo mientras se consumían mis esperanzas y mis sueños.
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