Tijuana BC. Febrero 2012. Con lagrimas en los ojos…
Lo sé, es simple, te vas.
Entiendo, la resolución, es inapelable.
De nada sirve intentar argumentos estériles, tratar de convencerte.
No, no es que yo quiera retenerte por la fuerza.
¿Sabes?, Mi vida tendrá que cambiar, porque ahora tendré que buscarle ocupación al hueco que deja las horas que dedique a ti.
Ya no tendré fundamentos para hablar de mis desvelos producidos por las angustias de esperar tu llegada en esas horas en las que descansaba hasta verte entrar por esa puerta y decir: Hola, ya llegue.
Si, de verdad, aunque declare exteriormente con serenidad, en mi interior, siento una rabia inexplicable, provocada por mi parte animal, aquella que quizá despierta el sentimiento de despojo, de arrebato.
Porque, francamente, nunca había pensado en este día.
Y si, sabia que un día te irías, y yo lo racionalizaba sin angustias, sin amargura, aunque….es diferente declararlo a sentirlo.
Hoy me di cuenta que, por más que lo niegue, sigue dominándome el egoísmo.
Porque en el fondo de mi ser, surgen emociones inexplicables con palabras que me estimulan a decir: ¡He, un momento!, Antes de que se vayan, debo decir algo: te informo que mi hijo es desorganizado, y rebelde cuando le dicen de algo que no debe hacer.
Te informo que ama su perro, y tiene sus ideas muy particulares, te lo digo, porque en diversas ocasiones, me ha reprochado mi manera incongruente de ver la vida.
Además, no le gustan las dietas, y cuando llega cansado, busca su cama sin importarle bañarse primero.
Y, ah, no te sientas tan contenta, porque siempre regresara con los amigos, a mantener esa complicidad que desarrollo hasta alcanzar un aprecio, una seguridad que siempre tocara su alma y sentirá influencias en su vida.
Y si, en el fondo confieso me satisface que lo haga bien contigo, es decir: Por amor, con respeto y consideración.
Sólo tengo que admitir ahora, que agrego una nueva integrante a mi familia, que le hará feliz a su modo, que le entenderá con cuestiones más divertidas que las mías.
Aunque, como persona adulta, asumo mis reflexiones y demonios personales.
Hijo, te abrazo, te beso en la mejilla, jugándome el alma como lo hice antes por las noches, mientras contemple tus sueños tranquilos.
Espero que un día, regreses a mi, poniendo a prueba mis enseñanzas, y que me cuentes con lagrimas en los ojos, lo que sentiste al abrazar a un hijo, aún cuando sepas que él, también deberá partir.
Andrea Guadalupe.
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