Un montón de sentimientos encontrados me ha causado la lectura de Ciudades Desiertas, de José Agustín. Este escritor mexicano, perteneciente al movimiento de “la Onda”, posee el don de envolver con su verborrea desinhibida al lector, llevándolo a través de un viaje extraño y seductor, que no permite demasiados respiros en sus largos discursos, entremezclados con diálogos salpicados a ratos de palabras altisonantes, deformaciones chuscas de nombres y objetos, o referencias musicales al rock de los 60´s y 70´s. Es un placer seguir sus digresiones, monólogos y reflexiones, cuestionando todo lo que observa a través de sus personajes y haciendo una crítica ácida de todo ello. La novela, es una historia de amor muy a la mexicana, con el clásico “macho” aferrado a sus ideas y dispuesto a conservar a la mujer que ama, a toda costa, sin importar si para ello tiene que ir al mismísimo infierno y traérsela agarrada de las greñas a punta de pistola. Como dice el refrán: “si no es por amor, por fuerza”.
Eligio es un hombre joven, “prieto aindiado”, de facciones varoniles con rasgos indígenas que le dan cierto atractivo ante las mujeres. Actor, buen lector, bebedor empedernido, está casado con Susana y enamorado ”hasta las cachas” de ella. Por su parte, Susana también es joven y muy guapa, escritora incipiente y mujer llena de dudas sobre su propio valor, ansiosa de encontrarse a sí misma y dispuesta a descubrir a través de la propia experiencia, todo aquello que pueda acercarla a su verdadera identidad, sin importarle demasiado si sus decisiones lastiman a alguien más o no.
Invitada a un Programa en Estados Unidos, una especie de beca donde varios escritores jóvenes de diversos países han de reunirse, convivir y mostrar sus adelantos literarios, Susana se larga de la Ciudad de México sin decir “esta boca es mía”, a la pequeña ciudad de Arcadia, lugar aséptico, frío y despersonalizado, que le sirve a Agustín, como el modelo perfecto para realizar una acre crítica al “american way of life” con todos sus pequeños detalles, que atraen y repelen a un mismo tiempo. Ella quiere romper con todo (incluso Eligio) y se siente liberada de poder seguir un camino diferente que le permita conocer gente nueva y tener una vida distinta a la llevada hasta ahora. Por supuesto que el marido no va a quedarse con los brazos cruzados y en cuanto Eligio descubre dónde se encuentra, se va tras ella con la ineludible intención de traérla de regreso, cueste lo que cueste. Sin importar si ella, durante el tiempo transcurrido ha iniciado una nueva relación sentimental; porque nada más llegar a Arcadia, a Susana le ha llamado la atención el polaco Slawomir, un gigante casi albino, hosco y grosero, que desde el primer momento la trata como un objeto más, del cual puede servirse.
Eligio descubre que Susana se ha acostado con el polaco Slawomir y entonces, la ira, el dolor ante lo que él juzga una traición y el inmenso amor que siente por Susana, entablan en su interior una lucha terrible que lo obligará a cometer una serie de actos y desatinos, que no llevan más propósito, que el de recuperar a Susana, física y emocionalmente.
La novela de Agustín, nos permite descubrir hasta que punto un hombre verdaderamente enamorado de su mujer, es capaz de soportar la humillación de saberse engañado y de asistir a través del cristal de una ventana, a la insoportable situación de ver como Susana es poseída por el energúmeno albino. La angustia, dolor, sorpresa, erección inoportuna que experimenta Eligio en tal momento, muestra claramente al hombre que bulle en su interior; aunque aparenta ser un “macho” con todas sus letras, no es más que un ser enamorado y sensible, que ya no sabe qué hacer para recuperar a Susana . Como canta en “El breve espacio… “ Pablo Milanés: “te prefiero compartida, antes que vaciar mi vida; no es perfecta mas se acerca a lo que yo, simplemente soñé”, así Eligio, el amor de su vida es y será siempre Susana.
Finalmente, la historia de José Agustín plantea si para Susana, Eligio es también o no, el amor de su vida
Ciudades desiertas (nombre que hace clara referencia a la soledad, limpieza hasta la náusea e impersonalidad que poseen las calles, ejes viales and highways de las ciudades gringas), se lee con un gusto y dolor indefinido en el centro del estómago, por la relación tan peligrosa y al límite que llevan Susana y Eligio y no saber, en lo que puede terminar una relación como ésta.
Si te decides a viajar con Susana y Eligio por estas desiertas ciudades gringas, ahí nos vemos.
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