-Estas bien enculado Cabron. Dijo mientras se acomodaba las gafas, -debe ponerse toda rojita-, el pervertido se relamía los bigotes como solo saben hacerlo los gatos viejos y gordos.
-Pues a ti te vale madres pinche misógino, para ti a huevo deben estar sometidas, pobrecitas, cuando se dan cuenta ya son parte de tu mierda.
-Por eso nunca les miento, así le saben a lo que le tiran, además ¿si no les enseño yo quien?, ¿que tal si llega otro mas culero?-, deja de mirarme, su mano derecha sostiene un encendedor que me parece familiar.
-No hay otra persona peor que tu.
-¿Quieres un cigarro?
-no, ahora no, Siempre me pone eufórico ese papelito, por tres minutos las bocanadas se asemejan a la felicidad, y te la cobran después
(poco a poco con neoplasias en celo, con bolas de pelos celulares mas patológicas que metafóricas).
-Vamos, acabo de regresar, tengo muchas ganas de un pulque de los de antes, cuando sufrías por Laura, ¿te acuerdas?, cuando nos amanecíamos caminando por el zócalo o reptando con los mariachis en Garibaldi, (sintiéndonos en armonía, sintonizados con esos borrachos que visitaban al mismo tiempo que nosotros la isla de la amargura). -Hey hermano gracias por dejarme quedar en tu casa-.
-Si, nunca halle a nadie con quien repetir esas caminatas, le conteste con una sonrisa difícil.
Y era verdad, no habría podido repetir nuestras “aventuras”, nuestras pláticas de fila del banco (teníamos la teoría que siempre que nos encontráramos por cualquier circunstancia en una fila, debíamos tener un excelente tema de conversación, pues a menudo la conversación es escuchada por mas de 2 personas, y nunca se sabia quien pudiera estar oyéndonos, Iván solía juzgar a las personas por sus pequeñas platicas; para el, todo aquel que empezara la conversación con el estado del clima no merecía nada mas que el calificativo de palurdo) de todos modos, nada es como antes, aun si pudiera encontrar otro compañero de parranda, los asuntos que tratamos esas noches han sido los más densos de mi vida.
-han sido los mejores conciertos, dije. (Nunca vimos a otro guitarrista líder mas drogado que el que un día, no se podía ni tener en pie, paso a los anales del rock que el Cabron se hallara tocando 2 canciones del set list mas adelante que la canción que sus compañeros interpretaban, él iba en la 7 y apenas llevaban 5).
-Pues entonces vamos un rato a la escondida, debe seguir ahí el DiCaprio, con su librito de el capital tan sudado como las biblias de los testigos de jehová,
-¿No se había muerto de un pason?, según yo lo encontraron en una banca del parque chorreando baba con espuma, con una caguama al lado y tres porritos todavía sin volar, en el bolsillo de la chamarra.
-No chingues, que se pelo el DiCaprio, hijo de puta, ¿te conté cuando nos chingamos a las hijas del güero?, las metimos al motel de las flores a las tres gordas, todavía me acuerdo como la mas chica mordía la sabana cuando se la deje ir.
-No Iván, tengo que ir a trabajar, y todavía me siento un poco pedo, no sé que fue de la noche de anoche, ni a donde fue ella, no dejo ni una nota.
-Mejor así Rodriguito, allá deje unas amigas que seguro querrás conocer.
Salí a la calle ataviado con mi disfraz de ejecutivo, con un calcetín de un color y otro de otro, el saco arrugado, la corbata perfecta y la camisa maltratada por la maquina de lavado.
Trabajaba como encargado de unos almacenes en el centro, nos encargábamos de recibir los cargamentos de fayuca que llegan por mar a Guelatao, cuando se podía, distribuíamos los cepillos de dientes apócrifos a las farmacias del distrito federal a un precio razonable, era material de calidad, mi trabajo consistía en hacer la primera visita, convencido el merchante de nuestro negocio, no había mas que escuchar los regaños del chino desgraciado que disfrutaba de emplearme.
Brasil, Iván venia de Brasil. No me acababa de entrar a la cabeza que hubiera regresado, después de que lo creíamos muerto, de que repartimos o quemamos su ropa, que regalamos sus libros y se murió su pez dorado. Estaba enterrado, como enterrado estaba mi pasado. Las drogas, las estafas, las putas de 2 x 1, los envases de alcohol por toda la casa, las heridas y el sinsabor de una vida que fluye sin fin. Me quede solamente con una fotografía; -en la imagen- abrazados, borrachos seguramente, no lo recuerdo, con el pitillo en la boca y haciendo señas con las manos, una de las ultimas noches en que nos sentimos seguros y que a alguien se le ocurrió sacar el celular para capturar el momento.
¿Que sabia yo de ese país de futbolistas? , de samba y de lengua portuguesa, que siempre me ha parecido como si escurriesen aves de la boca con significado. Pues no sabía un carajo, esa era la verdad, y no quería saber, sus razones tendría para haber huido,-¿huido?- tan lejos.
“Buenas tardes caballero, mi nombre es Rodrigo Zamora, vengo de parte de la compañía multinacional Unilever, para hacerle una oferta que dudosamente podría rechazar”… era momento de trabajar, de vender los jodidos cepillos de dientes. Mas tarde pensaría en Iván y en Emma.
Emma Urbieta, la conocí en un recital de rock; en un hoyo punki donde se suelen dar los mejores conciertos clandestinos, después de conseguir trabajo e intentar ser un hombre decente con el único vicio ocasional de un porrito caliente, se convirtió en uno de los pocos sitios a los que frecuentaba, desentonaba con todo ahí, yo de traje, con la camisa de fuera y la corbata floja.
Ayer fue diferente, cuatro o 5 personas delante de mi estaba ella, tacones bajos, vestida como secretaria, delgada, un poco mas baja que yo. No dude en mirarle las piernas, forradas con unas medias negras, y esto fue lo primero que llamo mi atención, -ya nadie usa medias en estos tiempos-. Me gusto de espaldas y sin mirar su rostro, ya sabía que era una mujer guapa.
Deje que pasaran cinco canciones, quizá seis, ya llevaba en mi sistema unas cuantas botellas de cerveza tibia, “valentía liquida” solíamos llamarle, me acerque justo detrás de ella y le solté al oído.
-¿Hey quieres bailar?, me miró de arriba abajo, (el blues no se baila, debió pensar).
- estoy con alguien, lo siento.
-oye, solo te pedí una pieza, vamos, les invito una cerveza a ti y a tu galán.
Soltó una pequeña risa que no alcance a escuchar, pero si a inventar.
- es mi amiga, pero me da cosa dejarla sola.
-cosa, repito como un idiota, - bueno, entonces acéptame un par de cervezas, anda.
-ok, me sonríe-. (El jodido traje negro y la corbata roja hacen su trabajo).
-Me llamo Rodrigo, vamos a las mesas, creo que este tipo de música no es bailable.
-Soy Emma, su voz se perdía entre los fraseos de la guitarra, aun así pude escuchar ese tono de congracia que se busca al intentar caer bien.
Que se puede contar, cualquiera que haya vivido un poco sabe que el verdadero carácter se mide en estas situaciones, la valentía liquida hizo lo suyo y me convirtió en un buen conversador, si no lo hizo, no sé si se reían conmigo o de mi.
-Oigan, en 20 minutos dan las doce- dijo la amiga que se llamaba Verónica, mientras señalaba su reloj de plástico de color morado. –también en 20 minutos pasa el ultimo metro.
- no te preocupes traigo carro, yo las llevo.
- no te molestes “Ro”,-(¿Ro, Me había dicho Emma?)
- no es molestia, ¿vas para el norte?
-Yo si, pero verónica vive en Coyoacán, sus papás no saben que anda por aquí.
-ujule, musite, como un perfecto imbécil, -pues vamos.
La tocada estaba en su climax, unos cuantos covers de lee Hooker, muddy waters y su mojo workin´g, el mio si, seguramente que si estaba funcionando.
A la luz de la noche pude verla mejor, poco maquillaje, cabello de tinte rojo con las raíces negras, buen humor, quizá ensalzado (seguramente) por las cervezas (¿un cartón entre los tres?),
Caminamos hacia al carro y no nos preocupamos por nuestro estado, borrachos los tres hasta el fundillo, vero se queda atrás, se recoge el cabello y vomita en la jardinera junto a un árbol como único testigo, las miradas parlantes entre Emma y yo nacen y se incrementan, un beso sabor a levadura explota tras tocar su mano. El camino a casa de vero se hace nebuloso, ya es la madrugada de un viernes, no hay tanto trafico como espere que hubiera, me da varias indicaciones mientras cantamos sobre un cd de julio jaramillo viejísimo que traigo en la guantera, finalmente llegamos y me muero de ganas de que sus padres no estén y ellas me digan, -oye “Ro” ¿no quieres una taza de café?, ya me veo siguiendo con esos besos sabor a cerveza. Tumbados en la sala frente al tv. Vero no estaba tan bien, seguro era menor de edad, algo gorda, voz agudisima y acné. Pero el escenario pintaba para algo memorable. Aun así, el destino me tenía otra sorpresa.
-Recuerda que YO si voy para el norte, me dijo Emma con una risita nueva para mí.
“joven maniatada amanece muerta en tlalne” recitaban los periódicos sensacionalistas un día después de la partida de Iván, -un atraco que salió mal, me conto. Ella se resistió y no cedió el celular ni las nalgas, la tuve que matar brother, no dejaba de gritar y era tan noche como para guarecerme por ahí, aparte tuvo la mala suerte de morderme la boca cuando le di un besito amoroso.
-Así que mi padrino tenia bisnes en otros países, yo andaba queriendo entrar en su empresa desde hacia rato, si contrataba puros pendejos no veía por qué a mi no, así que fui a verle y en la noche ya iba en avión a curazao, con el puesto de secretario de oficina de un pequeño pozo petrolero, por fin el haber terminado la universidad dio sus frutos, lo difícil fue hacerme entender cuando llegue allá, lo bueno, es que los ladrones tenemos un idioma universal que nos une, como unos hijos de la misma puta.
-¿y por qué te regresaste?, empine la cerveza sin dejar de mirarlo.
- por que la cosa se puso densa, la mafia de allá no le pide nada a la de acá, aquí te descabezan, allá descabezan a tus hijos, y yo solo pude hacer familia con una bailarina llamada maría.
- hacer familia, ¿te casaste?
- no, maría tenia esposo, pero llego a conocerme muy bien, demasiado diría yo.
-¿Y entonces te regresaste?
- bueno pues, el marido nos sorprendió un día, nos mira en la cama empiernados y se marcha.
-¿asi nomas?
-si, se fue y nosotros terminamos a las 2 horas, pensamos que no regresaría, María siempre me decía que yo le gustaba por que tenia el coraje que a el le faltaba, pero al otro día, la espere en el bar de siempre, donde ella trabajaba y nunca se presento.
-¿que le paso? ¿Lo sabes?
-no hay que ser un genio, la degolló.
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