En la tierra existen pocos lugares en donde se pueden encontrar las puertas al cielo. Algunas personas buscan esas puertas en cada esquina, otros en bares de luz tenue con fuerte música. Sin embargo existen las personas como yo que no buscan las puertas, pero aparecen en tu vida y te muestran el paraíso.
Ahí estaba yo inmóvil, sin saber que hacer o decir, con temor al tiempo y a las respuestas, con ansiedad a los resultados, ahí estaba yo inmóvil enfrente a una puerta marcada con un 202. Con un sudor interno decidí a golpear, no más de tres veces para mostrarme calmado, y esperando la respuesta me quede. El tiempo avanzaba lento, hasta que por un encargo divino esa puerta marcada con el 202 abrió. Al cruzarla me me esperaba una guardina de piel blanca, de oscuro y corto pelo, y de una sonrisa con un poder divino que hacía brillar todo a su alderredor y todo en mi interior. Fue en ese momento cuando mayor miedo sentí, si me atrevía a cruzar esa puerta sabría antes de tiempo como es el cielo y ya no podría volver a mi terrenalidad. Me arme de valor, y desafiando mi vida y mi destino cruce el umbral hacia el interior del 202. Estando dentro sentí como la armonía en mi llegaba, todo era brillante y dulce.
Dentro del 202 mi vida es perfecta, mi mente vuela y es feliz. Dentro del 202 siempre esta aquella mujer, aquel ángel guardián que me espera y me lleva a volar. Aquel ángel de perfecta piel blanca, de audazmente corto y hermoso pelo negro, y de una sonrisa larga, entregada a ella como un regalo divino, es mi paraíso, es mi puerta al cielo.