Hay pueblos tétricos oscurecidos por la contaminación, nombres metálicos, ticlio, yauli, casapalca, la oroya, son opacos como los minerales en que se asientan, manchan como una oxidación la desnudez de la ladera, el rio que pasa lleva en su superficie el mismo color grisáceo, ciudades saqueadas en sus entrañas y desde siempre sumidas en la pobreza, en Cajamarca la minera Yanacocha deja en muchos lugares un paisaje tétrico, de tierra sin vida.
Arrinconan a los Cajamarquinos y destruyen el paisaje serrano, esa admirable riqueza de coloración, las hay con vetas moradas, rojas, azuladas, hay cerros negros sobre cuyos flancos se yerguen como puños gigantescos piedras de mil formas, en otros el verde húmedo de los musgos en cuyas hondonadas brilla, como un cristal una laguna que participa del azul del cielo.
Cuando el sol ataca de frente el cerro tiene coloraciones que recuerdan las antiguas mantas Incas, cuando se interpone el sol y el pueblo su sombra tiene una impregnación que confiere a su gran masa la apariencia de levedad, cuando la luz lo hiere oblicuamente el cerro ofrece en toda su grandeza sus abismos oscuros y las radiantes cumbres.
En Cajamarca usan un instrumento ululante, el clarín, es una larga caña que el músico eleva como si quisiera lanzar su aliento al infinito, como un lamento de incurable pena, Huiracocha el creador del sol emerge del lago, de esta suerte la noche y el agua son como el seno materno, primordial, anterior a la luz y el vil metal.
CONGA NO VA
SEÑORA MANONGA
CONGA SE DESMONDONGA.
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