Inicio / Cuenteros Locales / zumm / Mi hermana y yo 11
Estaba sentado a la mesa, junto a un montón de vagabundos y me dediqué a observarlos cuidadosamente.
En verdad, al ver esas caras curtidas y ajadas, por los climas rigurosos, por los intensos fríos o los calores extremos, me imaginaba las múltiples aventuras y viscisitudes que la vida les había deparado. Eran del tipo de hombres que siempre van tras del sol.
El hombre sentado a mi lado, comía con gran entusiasmo un trozo de pan navideño. Pero antes le sacaba con los dedos todas las frutas secas que rellenaban el pan dulce. Cuando las hubo
sacado todas, las puso en el bolsillo de su raída chamarra y luego comió el pan con gran fruición.
—¡El que guarda siempre tiene! –me dijo con sonrisa
cómplice...
No pude evitar sonreírme ante la actitud previsora del hombre y aproveché para entablar conversación con él.
Me contó que en su juventud había sido un exitoso hombre de negocios, pero enfermó de mal de amores y poco a poco había ido cayendo más bajo por culpa de una mujer...
—No creo que mujer alguna pueda llevar a un hombre a la ruina moral...—le dije para contradecirlo y hacerlo hablar.
—El problema de todos los que estamos acá, es la soledad —me dijo con mucha seguridad
—Hay muchos de nosotros que buscamos independencia y a los que nos cuesta mucho compartir con otros. Muchos escapamos buscando en la soledad un sinceramiento en el sentido de no sostener, situaciones desagradables de por vida.
En este punto intervino don Leo, quien expresó que toda situación de crisis genera rupturas, frente a las cuales el hombre necesita sobreponerse y destacó que la solidaridad es lo único opuesto a la soledad y al aislamiento.
La conversación entre los vagabundos continuó y aunque cada uno tenía sus motivos y sus puntos de vista sobre las causas que motivaron su deserción de la sociedad, me di cuenta que eran personas que habían sufrido mucho en la vida y que tenían graves problemas de estrés y de salud mental como el alcoholismo y la depresión.
Me fui de allí con un nudo en la boca del estómago e imaginándome unos años después, sentado a la mesa de don Leo en alguna Navidad.
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Texto agregado el 09-02-2012, y leído por 231
visitantes. (5 votos)
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Lectores Opinan |
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15-02-2012 |
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Lo más importante es que me ví en medio de esa noche de Navidad.Gracias por permitírmelo con tus humanas letras.Mis******* almalen2005 |
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09-02-2012 |
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Este texto en particular es excelente. Hay como siempre mucha calle, muchas vivencias que te permiten bosquejar tan bien a las personas como a los sentimientos que las mueven. Un beso y mil stars!!! MujerDiosa |
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09-02-2012 |
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Me permitiste estar entre ustedes, en esa Noche de navidad, bien hechas las semblanzas de los personajes, gracias zumm****** shosha |
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09-02-2012 |
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has escrito con mucho conocimiento del ser humano
me encantó leerte*********** yosoyasi2 |
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