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I

...nunca nadie se ha preguntado qué será de mí, cómo me siento, si realmente soy como ellos se lo imaginan o si hay algo dentro de mi ser diferente que pueda ser tan humano como cualquiera de ellos... tan humano como... como suelo serlo yo, porque aunque nadie lo sepa ni por asomo siquiera, soy muy humano, incluso más humano que muchos de los que me señalan y me aborrecen.

Aunque nadie lo crea, soy así de humano.

Nací de una mujer como cualquier persona, mi profesión se la debo a toda mi familia, de gran apellido y reconocido prestigio, que al caso no viene mencionarlos. En estos momento siento que ya nada viene al caso. Como ya mencioné, mi profesión –aunque elegida por mí con total y absoluta soberanía- es obra y gracia de mi familia... la medicina, como vocación, es un gen que llevamos en la sangre, no hay un solo integrante de esta gran familia que no sea médico... y esta labor, ¡ahh!, claro, esta encomiable labor la heredé por la línea paterna; sin saber cómo (la forma es lo de menos) un buen día me encontré atendiendo a tanta gente siempre en las mismas condiciones y casi siempre con el mismo diagnóstico.

Si hasta risa me da cuando la gente que habla sin saber nada de nada, cree que yo uso un uniforme para desarrollar mis labores. Si supieran que cuando trabajo lo hago con las vestiduras más cómodas que tenga; si supieran que los uniformes y yo nos hemos declarado la guerra; si supieran que los colores tradicionales me enferman... si supieran... si supieran... pero nadie sabe nada.

Alguna vez escuché a alguien decir que mi trabajo debe ser rutinario, yo mismo acabo de decir que casi siempre la gente a la que atiendo tiene el mismo diagnóstico. Si nos inclinamos por la teoría de la rutina, deberíamos aceptar que la cosa es fácil: lo mismo de siempre, todos los dìas, el mismo final; deberíamos aceptar que ese “casi” es sólo una muy eventual variable que muy de vez en cuando me da algo de trabajo; deberíamos aceptar que esa remota eventualidad es fácil de sortear y que por ende el trabajo que me compete, en raras ocasiones se ve turbado por un final distinto al acostumbrado, pero al fin y al cabo resulta siendo siempre fácil, siempre.

Mi estimado amigo... o será amiga... es tan irreal la realidad que tengo que vivir que ya hasta el sentido real de lo real he perdido; o será que es una realidad tan certera con la que debo vivir, que ya lo único que me queda es negarla para no saber frente a quién estoy y de algún modo irracional sentir que podré algún día perder la hilación de lo que hago tal como perdí en algún momento la hilación de frente a quién estoy... como quiera que sea, me parece curioso, pero no sé a quién le hablo ahora, si a un estimado amigo o a una distinguida dama... pero lo que en realidad iba a decir es que, no debe usted ceer todo lo que se dice por ahí, porque ya vé que hasta humano llegué a ser... y hasta hombre también. No, no haga caso cuando le digan que lo mío es fácil y que disfruto con la compañía de mis pacientes.

Nada más falso que eso.

Detesto tener que retirarme acompañado por mis pacientes... siempre reclaman y por todo. Nunca están conformes con nada; muchos pidieron la gracia de poder acompañarme, otros si bien es cierto no querían en ningún momento venir conmigo, no entienden que es mejor que yo los lleve, que el reposo que les prescribo es lo único que puedo brindarles porque ya nada más puedo ofrecer a estas alturas de mi labor. Y eso ya lo comprendí hace muchos años, luego de muchos intentos por tratar de hacer algo diferente. Sólo les prescribo lo que más les conviene, que es un reposo merecido, pero como ya dije, nadie está conforme y siempre me reclaman... me dicen siempre que yo no necesitaba de ningún reposo, estaba muy bien y tuvo que meter sus mugrientas manos donde no lo llamaron... no comprenden. Incluso, dentro de los que pidieron mi compañía, escuché reprocharme que sí, es cierto que yo te llamé, pero jamás pensé que ibas a llegar. En fin, quién nos entiende a los humanos. Yo mismo tuve que ser un día paciente de mi abuelo... y también le reclamé porque en ese momento yo no quería reposo alguno... en ese momento; pero ahora lo que más ansío es un descanso, una pequeña chance que ya a estas alturas me fue negada inapelablemente, hasta que venga otro designado para ocupar mi lugar, alguno de mis descendientes que esté en la capacidad de soportar esta carga pesada que es la de desarrollar esta labor dentro de nuestra genética pasión por la medicina. Porque si algo de cierto hay es que esta labor sólo puede ser desempeñada por miembros de esta honorable familia de médicos; quién lo diría. ¡Nosotros!

Es difícil... parece simple... pero es más difícil de lo que parece. Siempre lo fue, hace poco encontré en un rincón escondido de los aposentos que ahora ocupo, unos papeles viejos y deteriorados en algunas partes, pero que conservaba el suficiente contenido textual como para poder enterarme acerca del mismo trabajo que hago ahora yo, pero cuando mis antepasados lo realizaban. Muchos de ellos tomaron la misión de diferentes maneras... pero todos coincidieron en lo mismo -parecerá lógico lo que voy a decir, pero en esta labor, es menester saberlo-: las perores épocas son aquéllas en que azota al mundo una plaga (o una nueva enfermedad, que para el caso es lo mismo). Yo confirmo este dato, son los momentos en que más trabajo se presenta... bueno, no debo olvidar las guerras que nos dan un trabajo espantoso.

Por otro lado, nadie comprende que en el fondo, sólo buscamos aliviar las dolencias de las personas más afectadas, ya sea en las guerras, como enfermos de SIDA, cáncer, o como en la época en que el azote de la humanidad era la lepra... sea cual sea el caso, siempre el único objetivo fue el de salvar la vida de las personas a toda costa. No siempre los pacientes que recibimos pueden salvarse de sus dolencias con los esfuerzos convencionales de la medicina... es más, es una constante que no se logren resultados por esos medios (lo muy eventual es que sí se logre, en cuyo caso sí que puedo decir que tuve un día totalmente diferente). Cuando no se logran resultados con los medios convencionales usados por la medicina, es cuando empleo el tratamiento usado por todos mis antepasados designados para calmar las dolencias de los pacientes que llegan a nuestras manos. Pero todos siempre se quejan y me dicen que el reposo indicado no estuvo jamás en sus planes o la tanda de comentarios poco amigables que le acabo de comentar hace unos segundos. Bueno, sea como sea, nadie está conforme nunca con lo que le toca. Yo no lo estuve ni lo estoy ahora, ¿por qué habría de estarlo la gente que llega a mí para que me haga cargo de sus dolencias?

Son pocas la ocasiones en que tengo momentos libres como éste para decir una que otra cosa que siento; porque también siento, aunque mucha gente no lo crea. Siento muchas cosas, si acabo de decir que soy tan humano o hasta más que cualquiera de las personas de este mundo y acabo de decir... bueno, ya lo sé, a nadie le importa lo que pueda decir, sentir... ¡en fin! El hecho es que son pocos los momentos como éste... pero ya viene un paciente más; allá vamos de nuevo.


II

Mire usted lo que son las cosas, hace unos minutos le dije que ya no podía o no quería distinguir frente a quién estaba, pero esta belleza de niña me hace recordar tanto a Lucía, mi primera sobrinita, tan linda y tan negro su cabellito.

Mire usted lo que son las cosas, en mis años mozos nunca me hubiera imaginado que una niña tan bonita anduviera por allí en líos de pandillas y en peleas callejeras, pero esta belleza de niña está así de mal y de inconsciente producto de una pelea a cuchillazo limpio con la “Marabunta”, otra niña pandillera con la cual estaba pendiente un ajuste de cuentas, por lo que pude deducir en estos cortos minutos de la conversación de la gente que está en Sala de Espera. La Marabunta tiene cortes por todos lados, pero se recuperará, esta otra niña es la que me preocupa, el pronóstico es reservado y no es para menos ya que el corte propinado por la Marabunta recorrió diagonalmente toda la sección abdominal y sacó de su sitio todos los intestinos de la pobre niña, quien tuvo que sostenerlos para que no den a para al suelo, pero fue inútil, una parte cayó al suelo y dentro del shock producido por la situación, la pobre niña recogió esa sección y se la colocó así, llena de tierra. Es una verdadera lástima, ninguna de las dos niñas que están en este hospital pasa la barrera de las dieciséis primaveras... en fin, este mundo va de mal en peor.

Ahora la niña me mira, como pidiendo que la salve, le tomo la mano y le digo que no se preocupe, que yo me voy a encargar de todo y que sus dolencias pasarán; son las 7:35 p.m. del día 25 de julio, voy a esperar exactamente tres horas y si no hay mejoría alguna, tendremos que seguir el tratamiento especial que debo aplicar en estos casos; espero que esta niña no tenga algo que decir en contra, aunque la verdad, el guardar esa esperanza es mera costumbre, sólo una tonta formalidad... en el fondo no creo que eso suceda. Por ahora sólo queda esperar.


III

El reloj acaba de marcar las 10:35 p.m. y no hay mejoría.

Lo que temí desde un principio. Aunque mis colegas no quieran y hagan todo lo posible por evitarlo, tendré que arrebatársela y llevármela para que siga el tratamiento mío, aquél basado en el reposo, ya que eso es lo que necesita, reposo. Lo haré... ¡AHORA!


IV

DIARIO
NUEVO AMANECER
EXCLUSIVO:
“MUERE NIÑA PANDILLERA QUE FUERA CRUELMENTE ACUCHILLADA POR ‘LA MARABUNTA’ EN PELEA CALLEJERA”
A las 10:35 p.m. del día de ayer, 25 de julio, la muerte arrebató a los médicos que se hacían cargo del caso, la vida de la niña en cuestión y se la llevó al descanzo eterno. Familiares lloran desconsolados y padres de la menor claman justicia (Ampliación pág. centrales)


V

Lo dicho... desde las 10:35 p.m. en que la llevé conmigo y durante todo el trayecto que hicimos ayer, la niña se la pasó reclamándome, preguntándome ¿por qué?... no quiere darse cuenta que hice todo por salvarla, pero que era lo único que me quedaba... pero pocos entienden esta labor y es que nunca nadie se ha preguntado qué será de mí, cómo me siento, si realmente soy como ellos se lo imaginan... ¡NADIE!...

Texto agregado el 27-07-2004, y leído por 158 visitantes. (0 votos)


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