le vi de lejos... parado en la calle, mojado por una lluvia fresca de verano... sus ojos miraban al piso o a sus malos recuerdos... le conocía y por ello me le acerqué... ¿qué tienes?, pregunté... me dijo que había pecado contra todos sus amigos y sobre todo, con su amor... rompió a llorar en medio de la lluvia... quise consolarlo, pero sabía que un hombre herido tan solo necesita soledad y tiempo... me alejé de él... y cuando estaba cerca de mi casa escuché, a lo lejos, gritos de muchas personas... mi corazón me dijo que era el muchacho... corrí hacia él y le vi tirado en la pista, sus ojos brillaban, y de su rostro emanaba una sonrisa... no te mueras, le dije... hace mucho que estoy muriendo y este es el final de aquel callejón, es dulce y brillante, todo parece un cielo amable... no te mueras, volví a decirle en medio de la muchedumbre, pero él seguía muriendo... luego, todos nos quedamos en silencio y vimos cómo sus ojos empezaban a cerrarse hasta dejarnos la flor de una sonrisa... lo abracé y quise entregarle toda mi amistad a través de mi alma, pero él seguía muriendo... lloré en medio del la lluvia y de todo el gentío cuando de pronto sentí que el muchacho despertaba, se paraba y con una sonrisa salió corriendo en medio de la lluvia hasta llegar a volar por los cielos... le vi alejarse hasta perderse en el firmamento... bajé la mirada y noté que todo el gentío empezaba a esparcirse como el agua derramada, hasta volverse uno con la lluvia que lentamente nos dejaba... y cuando quedé totalmente solo, miré el lugar en donde estaba el cuerpo del muchacho, pero tan solo encontré muchas flores, de todos los colores, así como una sonrisa... sonreí y supe que el muchacho estaba en todas partes y que todas sus heridas había secado, así como el mundo después de la lluvia... |