Una adolescente como tantas, si las ves en grupo se dificulta hasta distinguir tu propia hija, el mismo estilo de ropa, delgaduchas, encorvadas intentando ocultar el cuerpo “nuevo” que a veces las incomoda y otras tantas oportunidades en que lo lucen y exponen sin pudores, hormonas y emociones que suben y bajan, cambios de humor instantáneos e inexplicables.
Candela no se salía de esta descripción salvo por su estatura, apenas con 11 años, medía casi 1,70 m, se sentía extraña y ajena a ese cuerpo que le había llegado sin pedirlo, aparentaba más edad de la que tenía y solo su mirada huidiza y abochornada, (creo que en verdad era promovida por el asombro y el no encontrarse) le daban un aire de “rareza”.
Las chicas de su edad la evitaban por verla “grande”, y el camino la llevo a efectivamente frecuentar las mayores, 14, 15, 17 años. Algunas con uno o mas piercings, otras tatuadas, esa cosa de castigar al cuerpo con dolores físicos innecesarios que darían la impresión de intentar depurar los dolores del alma…
Candela pedía permiso para tatuarse el nombre de su papá ya muerto en la mano, permiso para el piercing, uno chiquito, en el ombligo, mamá negada absolutamente, “cuando seas grande, te vas a arrepentir, ni loca” y mil y un argumento más que a la muchachita no le bastaban.
Candela era una nena, sí, pero ello no implicaba que además de sus dolores “adolescentes” sufriera dolores concretos, tenía el corazón roto, muy bien disimulado, pero roto al fin. Presa del cuerpo, de las normas sociales, de los NO de mamá, Candela decidió.
No puedo tatuarme, no puedo ponerme un arete que no sea en la oreja…tomó con firmeza la hoja de afeitar y sin temblor cortó primero la piel, después la carne y no puedo detenerse a tiempo…también cortó la vena de su muñeca.
Gota a gota la sangré fluyó de su cuerpo infantil disfrazado de mayor, y gota a gota la vida se le estaba yendo, temía el reto de mamá. ¡Era capaz de pensar que intentó suicidarse! Trató en vano de parar la hemorragia y ya muy débilmente pudo llamarla.
Candela no tiene tatuaje, ni pierciengs ni aretes en otro lado que no sea la oreja…pero si una cicatriz en la muñeca que la acompañará toda su vida…se sumó otro punto para sentirse mas extraña.
|