Juro que me he querido deslizar en tu tumba, tu nicho, tu noche, tu enigma. Insoportable soledad que involucra todas las horas, semanas, años y derrota todo intento de algarabía. La certeza es material, se palpa, se instala y no cede, comienza y culmina en mí. Me esfuerzo, lucho, me canso y me derroto. Y, ¿qué es al final la soledad? Es no ser en otro ser. Es encontrarme cara a cara conmigo misma.
De pronto me levanté como tantos otros días dispuesta a conformarme. Pero sé que es un sentimiento pequeño. Voy a bucearme a mí misma, a buscar, a encontrarme, a rescatar el amor por el barro y el fuego, el amor a la urdimbre, que vegetan en mí. Socavaré los recuerdos, me mimetizaré con la molienda del engobe, las pastas, los crisoles, las tramas y mordientes. Volveré al verde que tiñe la yerba, un verde tierra, un verde humo. Tal vez encuentre la que fui, la que te llevaste, la que no soy.
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