Inicio / Cuenteros Locales / ariel-drogett / Sueños que no son de humanos
El perro iba cojeando sobre la vereda, frente a él un árbol se quemaba de negro, la lluvia caía sobre el árbol pero las llamas feroces permanecían a los ojos atónitos del perro. En el viento se sentían los tibios rumores de vida extinguiéndose, el perro desesperadamente comenzó a ladrar a la nada como esperando respuesta, otra alma humilde e inocente se acercó con ojos indiferentes y entonces comenzó a fundirse junto al árbol en llamas ante los ojos aún atónitos del perro. Perdía ya el poder de su ladrido, el cansancio pesaba y el alma pura del pequeño perro comenzó a aullar, entristecido por su compañero y entonces repentinamente un golpe. Y despertó ante un día bellísimo, solo era un sueño ¿quién dice que los perros no pueden soñar? Soraya, la pequeña niña le abrazó y juntos fueron a jugar al patio. |
Texto agregado el 04-02-2012, y leído por 110
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