Estoy completamente enamorado de Marta; en una comida familiar mi suegro me preguntó cómo la había conquistado, no quise responder por que dicha situación me avergonzaba un poco, pero después de tres copas me sinceré completamente y fue esto lo que señale:
En mi época de universitario la conocí, ella siempre fabulosa me enloquecía, la esperaba todos los días en el paradero del bus para poder disfrutar de su fisonomía, me regocijaba cada minuto a su lado, para mí era la mujer más guapa que había visto en mis veinte años de vida. Día a día planeaba alguna estrategia para poder hablarle, pero mi timidez era mayor, me conformaba con que me mirara un segundo y supiera de mi existencia. Hasta que un día, por esas cosas buenas que te teje el destino quede sentado a su lado en un trayecto de cuarenta minutos, miraba su rostro y se evidenciaba claramente agotada, tenía un resfrío enorme y para mi suerte no levaba consigo un pañuelo; fue ahí, en ese preciso momento cuando entre en acción.
-Dama veo que no está bien, aquí tiene mis pañuelos para que se sienta mejor, por lo que observé no le quedan más.
-Gracias Arturo, respondió.
Increíblemente sabía mi nombre, tantas miradas y encuentros casuales tuvieron éxito, desde ese momento todo fue diferente en nuestra relación, ya éramos conocidos y yo pensaba que ahora existían verdaderas posibilidades de tener ambos un romance.
Pero fue una tarde de Abril en donde nos pudimos conocer más;ese día mi padre me envió a comprar cigarrillos al centro de la ciudad con dos mil pesos chilenos, a cinco metros de llegar al local comercial me encuentro con ella, que entusiasmadamente me saluda con un beso en la mejilla.
-¿Qué vas a hacer? -Me pregunta.
-Nada -respondo de manera inconsciente- ¿Y tú?
-Tengo apetito, quisiera comer algo, no me siento bien.
Sin pensarlo la invito a comer unos hot-dogs que venden en la esquina de mi pueblo; sin dinero propio, sabía que mi padre me regañaría por al acto que estaba a punto de realizar. Llegamos al local, al cual yo frecuentaba casi siempre cuando tenía dinero, y me extrañó por que ese día no observe ninguna cara conocida;ordenamos dos hot-dogs cada uno y dos refrescos; la cuenta claramente ya estaba en mi mente ,dos mil pesos exactos tendría que salir, que eran los cuales poseía. Charlábamos y disfrutamos de lo exquisito que sabían, era extraordinaria esa sensación que me entregaba su compañía, yo en las nubes, disimulaba torpemente el placer que me estimulaba estar a su lado .Termina de comerse su hot-dogs y por cortesía pregunto si quiere otro; y animosamente me responde sí.
Ahí es donde nació mi problema, pedí otro para ella. Como conocía al administrador no me complicaba en dar explicaciones, para así pagar la diferencia otro día, pero me lleve la tremenda sorpresa de que él había dejado el puesto hacía ya un mes.
Avergonzado y asustado por tal acontecimiento entre en pánico, la cuenta ya superaba los tres mil novecientos pesos y en mis bolsillos solo había dos mil, trataba de disimular mi pánico, porque veía a Marta disfrutando el momento, charlábamos de todo ti pos de temas, pero hasta el día de hoy no recuerdo lo que le respondía, mi mente estaba en cómo hacer para pagar cuenta. Transcurrían los minutos y empezaba a transpirar, Marta me preguntaba que me sucedía, pero le respondía que sólo era el calor que me tenía un poco desesperado,-¿entonces vámonos?-replicó- ni se te ocurra, señale.
Completamente desesperado sólo miré al cielo y temblorosamente le pido a mi dios sacarme de esta de una manera no muy vergonzosa; pero no pasaba nada, no me llegaba ninguna señal de la cual me pudiera aprovechar para obtener el dinero para la cuenta. En ningún momento pensé actuar fuera de lo legal, ya que estaba con Marta y por lo que pude apreciar, eras una mujer muy correcta de valores y muy buenos sentimientos, por esa misma situación me veía cada vez más acabado; hasta que de pronto Juan, mi amigo Juan, mi Juanito querido entra al local, mi salvación caída del cielo; le digo a Marta que voy a saludar a un amigo, que me espere sólo un instante, que vuelvo inmediato.
-Juan, que gusto de verte. ¡Querido Juan!- ¡Amigo del alma!
-¿Cómo estás Arturo?-¿Qué cuentas de bueno?
- Sálvame por favor amigo, no tengo dinero y estoy con Marta, lo necesito, realmente es urgente.
-¡No te puedo creer!- Arturo en este preciso momento no tengo dinero, se lo he dado todo a mi novia, y vengo justamente acá para hacer un encargo, pero para el próximo fin de semana.
No lo podía creer, la salvación que pensé que venía del cielo no me podía ayudar, estaba acabado; finalmente decidí ir a hablar con el nuevo administrador, me levanté de la silla y camino tres pasos hasta que sorpresivamente bajo la silla de la mesa número tres, veo un papel enrollado, de color azul, en el se podía observar dos números ceros -¡diez mil pesos chilenos! Fue lo primero que paso por mi mente, esta sí que era la salvación que estaba esperando, corrí desesperado y de un clavado me tiro a tomarlo; lo desenvuelvo y puedo apreciar que se trataba de un boleto de locomoción colectiva.
Marta me mira extrañada, me acerco, y decidí contarle que es lo que estaba pasando, pero no sin antes ir hablar solo con el administrador. Tras explicar lo sucedido al administrador, llegamos a un acuerdo, este consistía en que tres horas de trabajo lavando copas pagaría el saldo pendiente; lo acepte de inmediato. Me acerco a Marta y le cuento todo, le digo que vuelva a casa y que otro día nos podemos ver, ella responde que quiere estar conmigo, que quiere ayudarme, que lo sentía mucho, que gracias a ella paso esto, señaló en ese instante que este acto era el más importante que habían hecho por ella.
¿Qué cómo conocí a Marta?
Pasamos tres horas lavando copas platicando de la vida, ese día me entere de muchas cosas suyas, pero lo que más me llamo la atención , fue que era alérgica al detergente, que odiaba el olor a cloro y amaba el aroma del jabón de manzanilla.
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