TARDES MUERTAS 158 palabras
Sólo tumbas, silentes y calladas.
Mis lilas enfermas, agonizan;
En cálidos suspiros profundizan,
Azucenas, perecen degolladas.
Sin luceros, fronteras, horizontes.
No hay arrebol, jamás un cielo;
Inmensa vastedad, causa miedo
Fieras, rondando por los montes.
Tarde solitaria: ¡OH! Tarde queda;
Envuelta en tinieblas de la noche,
Acompañas los campos y los montes,
Piensa que en algún árbol se enreda.
Al suceder esto, hay un quejido
Vagando por silencios de la pampa,
Donde suave rumor, jamás le faltan;
Vientos retozando en alaridos.
Poco a poco, muere la tarde;
Del viento se escucha su lamento,
Brinda al éter, un afán sediento;
Al descargar su cruel bagaje.
En la profundidad de la tumba,
Cubre su cabeza laude fría;
Del viento los quejidos que traía,
El frío responsorio ya retumba.
A Lo lejos, sobre aquel celaje,
Del sol, sus reflejos no nos miran,
Envidiosa noche se aproxima,
Buscando los cabellos de la tarde.
A REINALDO BARRIENTOS G.
Rebaguz
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