Capítulo 65: “Epílogo y Nota Para el que Quiera Leerla”.
Hola, soy Sofía, tengo 16 años. El testimonio que acaban de leer es mi vivencia de esta cruda guerra, traté de que fuese lo más fidedigno a mi realidad en el pasado. Pero espero que comprendan que como está escrito desde primera persona, es imposible ser completamente imparcial, está narrado desde mi propio punto de vista, de lo que me sucedió personalmente en aquella época.
Hoy es el primer día de clases del 2015, hace exactamente cinco años que ingresé a la NHM como comandanta, hace cinco años de que comenzó la gran aventura.
Acaba de concluir mi primer día de clases de 3º Medio. Mientras camino con rumbo a casa, acompañada de unas compañeras de clases me entrego a mis pensamientos en completo silencio, ensimismada completamente.
-¿Estás bien?-me pregunta una de mis amigas al darse cuenta de que no he hablado en todo el camino.
-Sí, no te preocupes, me quedé pegada, me pasa todo el tiempo-la tranquilizo.
Ella regresa a la animada conversación en que estaba imbuida antes de preguntar y yo me doy la libertad de volver a mis pensamientos…
La verdad es que aquí aparece el testimonio de mi adolescencia, adolescencia que por cierto me perdí. Desperdicié la oportunidad de vivir una pubertad totalmente normal, ir a fiestas, divertirme como cualquier chica, guiarme por impulsos egoístas que a su vez no hacen daño a nadie… a decir verdad, todos los jóvenes de ahora perdimos aquella oportunidad… Pero a su vez, gané más de lo que muchos han obtenido en sus vidas: valores, aventuras, orgullo, libertad… seguir aquella impulsividad sin trabas, andar hacia una aventura en la que cualquier persona hubiese deseado estar incluida, guerrear hasta el cansancio por un sueño en común y así aprender lo que muchos no aprenden: valorar la vida… A fin de cuentas lo que perdí no se compara con lo que gané…
-¡Sofía!-levanta la voz aquella misma amiga que me sacó de mis cavilaciones hace un rato.
-Aye…-contesto fingiendo que estoy atenta a lo que dice, pero es obviedad que no lo estoy…
-Llegamos a tu casa-enuncia señalando donde vivo.
-Aye, cierto… ¡Nos vemos!-digo e ingreso.
Antes de cerrar la reja veo que se van cuchicheando. Ya no me detuvieron en el camino para sacarse una foto conmigo… Ya no soy un símbolo de la libertad, ni una prócer de la cual sentirse orgullosa… Al igual que todas las ex-NHM soy parte del pasado y el baúl de los recuerdos que nunca se recuerdan…
Camino hasta la casa y al entrar dos cosas me reciben. ¡Primero! El aroma inconfundible del almuerzo que mamá prepara. ¡Y segundo! La radio que chicharrea la canción “Pensando en Ti”, que fue la que dediqué a Manuel. A decir verdad aún estoy confundida sobre mis sentimientos hacia él, no es cosa de todos los días ser la pareja de un prócer de la patria y que vivió realmente hace cientos de años.
-¡Está servido!-anuncia mamá desde la cocina, es obviedad que me sintió al entrar.
Me dirijo al baño a lavarme las manos. Trató de taparme los oídos mentalmente con mi propia voz interior para no escuchar la letra de aquella bella canción que tantos recuerdos me traen acerca de mi amorío más reciente, aún lo amo, eso es… Me hiere pensar en que nunca más lo tendré, sí que es eso, pero aún así no me arrepiento.
Me seco las manos y salgo con rumbo a la cocina. Si mamá supiera, de seguro que se muere y no me vengan con que no… siempre le desagradó Manuel y ahora lo odiaría aún más, no hablar del castigo que me llegaría… No, no puedo contarle mi segundo mayor dolor…
¿Cuál es el primero? O “¿Cuál fue el primero?”, mejor dicho: Perder a Danto… Fue mi primer amor y también lo amo, pero es un amor diferente al que siento por Manuel, quizás es porque el primero es parte de mi nostálgico pasado…
Me siento a la mesa en silencio. Contesto esquemáticamente algunas de las preguntas de mamá, mientras que la radio sigue con la cancioncita aquella…
Luego de almorzar subo a mi habitación. Miro mis cosas de cuando era una guerrillera. Extraño aquella aventura que ahora es sólo parte de mí pasado, o mejor dicho, de mi prontuario… Ahora todo es como antes, somos unas simples escolares (excepto en el caso de Franco que es un simple escolar), tenemos grandes sueños con alguna profesión, queremos alcanzar las estrellas, nos divertimos, realmente ahora todos son felices…
La gran mayoría se trasladó a mi liceo, las veo a diario y me trae grandes recuerdos de anécdotas geniales que ustedes han leído acá. Aunque muchas historias interesantes de la NHM y sus integrantes se me quedaron en el tintero, espero que quienes sobrevivieron a la gran aventura de sus vidas sean capaces de contarlas con mayor exactitud que yo…
Ahora, mi gran ideal es ser una pirata, realmente el saborcito a aquella libertad tan especial y justa me encantó. Pretendo ser la mejor de los siete mares y para ello sólo necesito ir al puerto donde el “Rosa Oscura II” quedó atracado, además de conseguir a una tripulación compuesta de gente tan loca, libre y sedienta de justicia como yo, cosa que por cierto no es tan difícil como parece… Algún día lo seré, no cabe duda, y me dedicaré a la astronomía y la música, tampoco cabe duda…
Miro a mí alrededor, veo mi cámara repleta de fotos de viajes, mi espada sedienta de aventuras que aún no suceden, la nota de Manuel que me tiene tan ansiosa… No, realmente no puedo arrepentirme de lo que pasó…
Fin…
Nota Para el que Quiera Leerla:
Los personajes de la lista inicial de la guerrilla son existentes en la vida real y su carácter es el descrito (como en mi caso, la narradora y comandanta), no de mi autoría, al igual que Manuel Rodríguez, quien fue un prócer que luchó por la independencia de Chile en el siglo XIX, mi madre, Carolina y Victoria, quien realmente es mi mejor amiga. El rey de España existe, pero la manera en que fue descrita su intervención no es la verdadera.
Los lugares geográficos y pueblos mencionados en esta novela son reales, yo sólo me he dado el trabajo de describirlos a mi modo.
Lo que sí es de mi completa creación es la trama, la historia, la forma en que el libro está escrito, ciertos lugares nombrados, algunos personajes y las descripciones, también los diálogos.
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