No siempre serás capaz de pedir ayuda a lo demás, no siempre tu frialdad y soberbia te sacaran a flote, no siempre tu orgullo será la mejor arma para evitar sufrir, pues sabes que llegado el ocaso de un dios bajar la cabeza es siempre la mejor opción, si acaso no quieres llegar a perderla como un necio lo haría, sabes tus dones y cualidades por ende de tus errores y debilidades en ocasiones tus defectos te han de aplastar si no estimas la verdad.

Tu mirada incoherente y dispersa rodeada de recuerdos de tan mundana y agresiva infancia, tomas los fragmentos de tu vida con ellos te sientas y meditas, como solo un sabio lo haría ante su último instante de vida ha un paso de su acto final. Mi pequeña y fugaz estrella, recorres el horizonte, cautelosa cubriendo tu rostro con pequeñas manecitas juntas para así no mirar atrás, quieres volar a un mundo ideal, la falsa e irreverente fantasía del Mundo Místico de Nunca Jamás.

Mi bella, bella mujercita creces tan rápido, mírate ahora toda una señorita postergando en tus sueños el suplicio tan temido de crecer. No temas crecer, no temas vivir y menos amar sin olvidar creer en ti, busca la fuente de tu esencia, busca a plena luz del día, a ciegas en la noche si llegase a ser necesario pero nunca dejes de buscarla, aun sabiendo que es tu corazón y cuando lo sepas no lo olvides.

Te miro a los ojos y recuerdo el ayer en que solo eras un bebé, acunaba tu frágil ser entre mis brazos sin querer percatarme de tan desastrosa realidad, verdaderamente un día crecerás convirtiéndote en una mujer obligada por la vida a partir de mi lado.

Olvidando así noches de llanto en las que con tanto amor me desvelaba cuidando de tus sueños, amarte es amar la vida, mirarte renacer, besar tus mejillas sonrojadas es como elevar las mas puras plegarias convertidas en tibios besos a tan dóciles y perfectos labios de Dios.

Para así poseer la virtud de escucharte como mujer y verte como niña en una evasiva tormenta de lujuria y amor transformar el capullo finalmente en flor…

© Master Marat