Hoy tu sed de poder y dinero te traen ante mi, hoy que mendigas tras las sombras del indigno rastro de miseria que tu espíritu maldecido y maltrecho traza por doquier, hoy soy yo la única que mira tu rostro mas que con asco y rabia con indiferencia y magnánima desilusión, hoy que tu descarada lastima se arrastra ante mi, ayer cómplice y aliada obligada, hoy juez y Verduga por placer.
Hoy por hoy eres lo que siempre fuiste pero nunca tuviste coraje, agallas, cojones suficientes para aceptar tan desastrosa realidad, pero ni aunque así mismo des por hecho ya otorgaste tu aceptación, tanto tu como yo sabemos que poder y dinero son el precio de tu maldito y degenerado ser. Ambición, egoísmo, deslealtad, pereza, gula, vanidad, perversión sexual, y quien sabe cuanta mas basura corrompe tu degenerada alma hasta llegar al punto de explotar tu miserable y desaliñado cuerpo mortal.
No eres ángel ni demonio ni siquiera un simple mortal, los despojos de tus pellejos, las cenizas de tus huesos, las huellas de todo tu mal orquestan los pasos de tan fría humanidad, las pútridas semillas de tu desolación, invocadas a nacer de las entrañas de tan cautelosa y frígida mujer.
En su espíritu, en su alma, en su ser, en su cuerpo celestial las marcas de tus golpes tus palabras, las esquirlas de tus iracundas miradas, las marcas de tu odio en tan frágil y vulnerable mujer. Mutilo en el tiempo el eco de tu ególatra triunfo, encadenándote al peso insoportable y poco dócil del poder y el dinero, bañado por gritos, dolor, lagrimas, sangre de tan perpetua esclavitud.
Preguntas ha causa de que recibes tan indignantes castigos tan gloriosa ofrenda al mal, de esta ayer esclava, hoy sacerdotisa del mismísimo Satanás, de sus pasos seguidora, por sus manos bendecida de sus brazos amante, de su sonrisa devota y de su mirada fugitiva.
Pero de ti vengadora, de ti homicida juez y verdugo, tú castigo las profundidades oscuras y temidas del poder y el dinero sin salida alguna, puerta tras puerta la misma respuesta. Mi dolor tu emblema, tu Dios y tu religión el abandono y el dolor que por tiempo indefinido fueron mi credo y religión. Para ti que solo sabes dañar lo bueno que hay en los demás, homicida de sueños de pasiones, amante sanguinario y violento, idolatra del dolor y la agonía, que nace de las entrañas de la vida misma.
Das asco eres la putrefacción hecha hombre, de un ser enfermo por los múltiples vicios del mundo casquivano y violento, eres la pestilencia misma que engendro a su juez y verdugo en un solo ser, que sin saberlo llegado el momento tu condena dictara y ni siquiera la Santa Iglesia de ello os salvara…
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