Tiro hacia atrás la corredera de mi Beretta92 9mm, una bala se aloja en la recamara. La punta hueca hará el resto, solo hay que esperar. Los recuerdos de la humillación, el insulto y la prepotencia, no hacen más que activar el veneno en mi torrente sanguíneo. Llevo años tolerando esto, no tengo por que soportarlo mas. En unos minutos todo habrá acabado. De pronto la imagen de mi agresor aparece caminando a la vuelta de la esquina, sin dudar camino hacia el, a tres metros levanto el arma, le apunto a su cabeza. Se detiene y me mira sorprendido, yo le pregunto:
- ¿Sabes por que te voy a matar?
Transpirando, sacude su cabeza afirmativamente. Sonriendo, oprimo el gatillo. La cabeza le estalla, el cuerpo se arquea hacia atrás y cae al piso como una marioneta.
Enfundo mi arma y continúo caminando satisfecho. He cometido mi asesinato virtual numero dieciocho.

- En que estas pensando Javier?, te noto distraído.
- En nada mi amor, problemas de trabajo...

Soy una víctima de mi educación.
Desde temprana edad, mis padres me enseñaron a respetar a los demás, a que mi libertad solo llega hasta los derechos del otro. El principio es sencillo, solo que, no todos fuimos educados igual. No hizo falta más que ir al colegio el primer día de clases para ver que todo funcionaba al revés. Volví con el guardapolvos roto, unos cuantos moretones, me robaron mis útiles… traté de explicarle a mi padre, entre sollozos lo que me había pasado, el me dijo que hablara con la maestra. Al día siguiente todo fue igual, con el agregado de que la maestra no me prestó atención…. eran tantos los alumnos. Con el tiempo aprendí a vivir en dos mundos. El del deber, la justicia, el respeto y el de la humillación, el atropello y la agresión gratuita. Me encerré, trate de pasar desapercibido, de no provocar, y de soportar todo... esto tampoco funcionaba, entonces cometí mi primer crimen a los once años.

- ¡Inútil!,¿ no entiende nada?
- Profesora, es que….
- Cállese,¡ incapaz!, ¡al rincón!
La risa de mis compañeros me mortifica, por el rabillo del ojo veo a la profesora sonreír con complicidad a mis compañeros… el odio me sube al pecho. Busco el puñal en mi bolsillo, giro a sus espaldas y se lo clavo en el cuello. Los temblores de su cuerpo se transmiten por el puñal hasta mi mano. El cuerpo cae al piso entre estertores….
Suena el timbre.
La clase termina, los alumnos salen al patio, la profesora dice:
- Estudien desde la pagina cuarenta y tres hasta la cincuenta…el miércoles hay prueba.
Salgo al patio detrás de la Profesora. Ella se da vuelta y me mira. Le sostengo la mirada y ella la baja. De alguna manera entiende que puedo matarla. De hecho ya lo hice, acabo de matar por primera vez y no me disgustó.

Soy un producto de la sociedad, vivo en ella, pago mis impuestos, cumplo con las leyes, tengo familia y amigos, amo, rió, trabajo y me divierto. Pero a veces, de vez en cuando mato a alguien, nunca necesité psicólogo, vivo en paz. Soy un asesino que nunca será atrapado.