Estaba en la quinta ayudando a doña Sofía a elegir un pollo para la cena, de los que ella cría en el fondo, cuando sentimos unos bocinazos en el portón.
Fue Sofi a atender y yo me escondí detrás del
gallinero, para vigilar desde allí. No vaya a ser cosa que venga Adolfo a pedirme explicaciones, pero la vi a Doña Sofía que ostentosamente sacaba su pañuelo blanco y se sonaba la nariz en forma estruendosa.
Entendí enseguida. No había moros en la Costa.

Me acerqué despaciosamente al portón, haciéndome el distraído para ver quien era. ¡Mierda,
carajo! Era nada menos que Úrsula, que había
venido en un taxi, y allí estaba con su carita llena de alegría saludándome con su mano.
Pero lo peor de todo y que hizo que se me cayera el
pollo de las manos y que escapó a todo correr, fue
lo que ví al lado de Ursulita: dos enormes valijas y
varios bolsos.

—¡Yujuuu! ¡Edy, mi amorrrrr! – gritaba toda risueña

Doña Sofía, se encogió de hombros y se fue adentro
Yo estaba boquiabierto, sin entender nada, obnubilado...

—¿Qué hacés acá, Sulita?- le pregunté con un nudo
en el estómago, ya que no olvido que es menor de
edad.

-— ¡Me enteré de todo! Sé que lo que hacías era por amor hacia mí y me di cuenta que yo también te
amo. Por eso me vine a vivir contigo.

— ¿Y tus padres que dijeron?

— ¡Todavía no lo saben! Recién se van enterar
cuando regresen del trabajo y lean la nota que les
dejé explicando todo. ¡Vamos! ¡Ayúdame con las
valijas!

Yo quería dar un paso, pero no podía. Parecía como
si me hubiera olvidado como se camina. Estaba
petrificado.
En eso veo salir a Doña Sofía con un bolsito.

—Me voy, Edy, estoy muy vieja para tantas
emociones. ¡Que seas feliz!

Y sin mirar hacia atrás se fue caminando rapidito,
por el viejo camino de tierra...
Me quedé mirándola alejarse hasta que no fue más
que un punto...
Úrsula a mi lado me miraba con preocupación.

— ¿Hice todo mal, no, Edy?- me dijo compungida

Asentí con la cabeza y corrí al garaje. Le saqué la
lona a mi viejo Galaxy y rogando a todos los santos
que funcionara le di arranque...Mi Galaxy, mis
colecciones de estampillas y la colección de
juguetes de lata son las cosas que más quiero en
este maldito mundo. Después viene mi hermana,
Sofi, Erika, Miranda, Elida, Magaly buehh, en
realidad yo quiero a todo el mundo aunque pocos
son los que me quieren a mí. Por algo será. Incluso
quiero al maldito Cabeza de Glándula, que tiene
menos suerte que yo, lo que es mucho decir.

Mi Galaxy también me quiere y arrancó suavemente.
El ronroneo característico de su motor, me dio una
tranquilidad insospechada. Cargamos el equipaje de
Ursulita y me la llevé al pueblo. A su casa.
De donde no debió haber salido.
¡Con las cosas que pasan en la calle! ¿Y si le
hubiera tocado un degenerado?