Me enamore de un Botero y no de un Picasso,
me encadene con Neruda me libere con Sábato,
conocí el cielo de Dante el Infierno de Coelho,
cubrí mis carnes con la tibia piel del cielo, derramando mi sangre de campeón con Cuauhtémo,
degustando el crimen padeciendo el castigo, cargando sobre mis hombros el tercer pecado mortal.

Pateando a Villoro con su dios es redondo,
trazo letras prohibidas en las regiones más transparentes, tras los muros del concreto laberinto de la soledad de Octavio Paz,
arde un llano en llamas con Rulfo y con Fuentes, tatuando en tu espalda besos que matan y prosa toscana.

Hoy por hoy mi tierno Arlequín mi dulcinea sin sonrisa mi diva sin color, mi pequeña Mona lisa que a Davinci abandono. Te escribo esta oda expresando mi doncella que por ti soy Gulliver, Robinson Crusoe, el Quijote y hasta Judás Iscariote ¡quien a tu amor traiciono! Por un ramo de rosas y dos chocolates.

Tus labios de mis labios arranque para que Frida kalo con lujuria y frenesí devorara con pasión, al compas de la brocha gorda que Rivera en la cama de Modotti abandono.

La culpa la tiene la vaca a contra cara te grite:

“Osada se pavoneaba dentro de su marco café, protagonista insinuante con su busto prominente, del paisajismo de Rembrandt tu reino de madona arrebato.”

Mi lienzo virgen se vuelve cabro, cantando como Cotí una canción de adiós, homenaje mortuorio a Quevedo definiendo el amor… musa maldita musa postiza recibe mi adiós, mancillado con sexo sudor y lagrimas.

Te bese desde la punta de la cabeza hasta la punta de los pies, del ocaso al alba de rodillas te pedí “Que por siempre fueras mía y te reíste de mi” Ahora yo me rio de ti. De anfitriona a invitada, de amante a fantasma, de recuerdo a olvido ¿te preguntas si alguien soy yo?

Ese alguien escondido entre las sabanas riéndose de ti… Termino esta mi carta con sabias palabras que explican como duele confundir lastima con amor, sabiendo realmente “Que no eras para mi”

Cuando el silencio como me llamas hable, recordaras mi canción favorita de maná !Te llore como un rio, ahora llorame un mar! Con cariño:

¿Quien te dirá que me convertiste en un fantasma de tu insipida soledad?

© Master Marat