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Inicio / Cuenteros Locales / arcangel_solar88 / Duelo de titanes

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Al fin frente a frente los duelistas están, una vez amigas, una ves hermanas, una vez madre e hija, hoy mujer contra mujer, titán contra titán. Se debaten en un duelo sin final feliz... Miradas fijas, idas, sin vida, con un profundo e intenso dolor y rencor nunca antes visto en los mortales pobladores de la tierra.

Comienza el duelo, ¡Nadie lo puede creer! los titanes se han sentado, dos demonios hechos mujer, encadenadas la una a la otra. Nuevamente, miradas fijas, insensibles, incoherentes, sádicas, tan frías como el más puro de los témpanos de hielo.
Sus bocas se abren sin pronunciar palabra alguna, por sus pómulos dorados ruedan con desdén lágrimas de sangre que bañan sus cuerpos, siluetas femeninas sensuales. Reposan secas, pestilentes por donde se les mire, al tiempo que se descascaran lentamente, por la resequedad de tan hostil ambiente. Sus pieles tersas, lisas, seductoras, se abren cual si se tratase de las puertas del mismísimo infierno, como bocas de perros hambrientos tras su presa, luego de cada latigazo que la una le proporciona a la otra.

¡Qué horror! gritan con desgarrador espanto los espectadores, sin percatarse de la satisfacción, del placer casi impúdico y morboso de aquel pequeño hombrecillo de túnica negra, barbas rojas como sangre de las que se despide un fuerte olor a mortecino, con tez ceniza. Grita, salta, aplaude por el duelo y clama: ¡sangre, vísceras, odio, dolor, por Satán mismo que prosiga la función!

Es ese, el que puntual llega a tan retorcida función, mientras señala con una lujuriosa y mórbida sonrisa en sus labios marchitos a una mujer con un niño entre sus brazos, ella llora al tiempo que ruega al cielo por piedad, mirando a su pequeño sollozar y sonreír dormido, solo le queda gritar: ¡en nombre de Dios y del amor que un día vivieron, paren por favor, cancelen la función!

¿Pero acaso eres ciega? ya es tarde mujer o es que no lo ves, ¡por mil demonios acéptalo! están desolladas, la soberbia las carcome ¿acaso no lo ves? ya no hay más músculos, se encuentran deterioradas. ¡Emocionante! acaso no lo percibes mi señora, la muerte se puede sentir en el aire. ¡Por Dios! sus vísceras se asoman, paren se los pido en nombre de Jehová. ¡Cállate, no insultes más al tímido príncipe de la oscuridad! Se pudre, se desmorona tan abstracto y difuminado contenido visceral.

No quedan más que huesos y olvido de grandes titanes con pérfidas miradas, en el corazón de tan maldito coliseo. Cráneos llenos de gusanos, carceleros de pupilas aun sin dilatar, los mismos que pronto digeridos por los buitres estarán, pero por ahora son el más sublime tributo a la oscuridad. La humilde mujer, grita nuevamente -De rodillas caeré, ofreciendo en sacrificio a mi celestial retoño-. Implorando a mi Dios creador, ¡Jehová! El mismo al que llamas indignamente bufón del que aseguras divierte a tan vil y decadente espectador, para que baje hasta este maltrecho y hediondo limbo de perdición... Desaparece el público, pero sigiloso, molesto y nada afligido, continúa en silencio el hombrecillo…

Roza los suaves flancos de la mujer, cubiertos de telas manchadas por la sangre salpicada de los titanes, diciendo: ¡No veo nada de difícil en aprender a callar, nada... inútil mujer, nada! Al tiempo que Levanta su mano con ira y rencor, mientras aquella mujer cae lentamente de rodillas con su niño entre brazos, el diminuto hombrecito sea convertido en un demoníaco dragón, del profundo infierno renazco ¡Yo! Leviatán me llaman algunos, otros tantos Belcebú.

Con dolor y valentía de rodillas, su cabeza levanta tan indefensa mujer, ángel caído, ángel maldito, ¡Por el hijo de Dios creador sola no estaré! Se abren los cielos, se ilumina el coliseo de lo alto llueve maná del buen señor. Reconstruye los cuerpos, salva las almas enajenadas, evoluciona los sentidos de los mortuorios centinelas, mientras los Ángeles alaban al rey de los cielos: “In nome del figlio padre e spirito santo... Con la tromba cantato è venuto il Figlio di Dio, la profezia si compie oggi per mano della più pura resurrezione”
Polvo eres y en polvo te convertirás, rezan las citas bíblicas de los evangelios, mientras de tan miserable olvido resurgen por la gloria del creador, tan hermosas centinelas. Se forman los cuerpos, las perfectas esculturas de un par de musas en solo huesos, poco a poco cual pinceladas resurgen de la nada, las obras viscerales recubiertas de tejidos y músculos por doquier, llegando a ser así protegidas por tan virginal piel. Belcebú mismo no lo puede creer, cae rendido a sus pies, mientras las titanidades se levantan con sus ropas de amazonas lo toman por sus fauces y por orden de Dios padre, lo crucifican y enclaustran de cabeza en lo más profundo y decadente del Inframundo de donde nunca debió salir.

© Master Marat

Texto agregado el 01-02-2012, y leído por 162 visitantes. (3 votos)


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