Mi pequeño ángel, llegaste a mi vida recogiendo los restos de las ruinas en que fue convertida, por mi incontrolable manía de equivocarme a cada paso entre sollozos y risas infantiles, veía tu dulce mirada en sutiles fantasías, que a mi mente arrivaban. Hoy después de nueve largos meses de espera, has llegado finalmente a mi vida, no puedo esperar ni un minuto más, para gritar al mundo tan alegre instante en el que me convertí en tu primera palabra, tu primer soneto de amor, cuando con gran alegría y esfuerzo ¡me llamaste por vez primera mamá!
Recuerdo esa ocasión en la que tu llanto incesante retumbaba en mi corazón, no podía consolarte te besaba, abrazaba, mimaba y mecía en mis brazos, pero nada conseguía tan ansiada calma, un suave golpe en la espalda ¿un eructo? ¿Tal vez, un cólico o una gripa curada con Desenfriolito? ¡No, era algo más! al separar tiernamente tus labios los encontré ¡eran dos, luego cuatro, los culpables de tanto dolor! dos arriba, dos abajo colonizaban tu boquita de fresa, se asomaban como queriendo ocultar su presencia. ¡Tus primeros dientes, mi amor! Un poco de fiebre y dolor, percatándome de la realidad, ¡creces tan rápido no lo puedo creer, ayer te daba pecho, hoy compota! Mientras se percibe entre nosotras una lucha de poder, por quién tomará el mando de tan jocoso y delicioso avión, cargado de comida ansioso por aterrizar en tu intrépida boca.
Me miras con esa cara que solo tú sabes hacer, pierdo el control de la situación, te sales con la tuya una vez más ¡pícara, bandida la cuchara es tuya y el avión también! La cocina se convierte en un cuadro colorido, donde el artista desde su sillita, pinta alrededor arandelas de colores con finos hiladillos de comida.
Te recuerdo aún mi pequeña y dulce Emily, cuando te mecía en brazos, entre tu cuna rosa y mi escritorio café, creciste en medio de rompecabezas de princesas y libros de contabilidad. Te enseñe las tablas de multiplicar, pero antes la maravilla de sumar y resta, y hoy como toda una profesional con esmero y dedicación, llegas a casa gritando ¡FELIZ DÍA MAMÁ! Con tu infantil tarjeta, bañada por manitos de artista al tiempo que replicas la lección dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis…
Eres toda una profesional, sabes escribir tu nombre con flores y colores que deslumbran al auditorio, junto con el de papá y mamá, mi niña crece tan rápido tan hermosa y elocuente. Aún recuerdo el primer diploma del jardín de niños. Tus lindas coletas de rojos listones, delantal blanco de puntos, cuellito redondo, zapatos de charol como de muñeca y medias al tobillo con flor y arandela, las fotos de tu grado en el colegio con toga y birrete, mi más grande orgullo, mi más fiel y perfecto tesoro.
Hoy una hermosa y joven mujer con título en Medicina, mente abierta e ideas frescas. Vuelas sin mirar atrás y menos abajo, encaminada en la virtud de la misión literaria, la cierva bella esculpida por Dios.
Escribes tus tristezas, alegrías, triunfos, derrotas, amores, odios, vida y muerte. Eres hoy una cuentera más entre tantos otros ángeles que su amor entregan a la humanidad. Pero para mí, siempre serás mi princesita en la oscuridad, mi pura y tierna Emily ¡Mi Arcángel Solar!
¡Para ti un lugar muy especial en la gran casa azul! |