Si hoy Dios te cumpliera un deseo ¿Qué le pedirías? Si no lo sabes, yo si… Le pedirías, ser perdonado por todos y cada uno de los seres que has dañado, en cada una de tus vidas.
Así no tendrías que pedir un deseo por ser amado, uno por ser entendido, otro por ser escuchado, llegando de tal forma a tener que desear una vida o en su defecto volver a nacer para ser feliz.
Si hoy Dios te obsequia un deseo no lo aceptes... Recházalo con humildad con una gratificante sonrisa en tu rostro y el más tierno de los gracias desbocando de tus labios, pidiendo con humildad y sencillez en su lugar una fugaz segunda oportunidad para con todos y cada uno de ellos.
Deja de llorar por lo que pudo ser y nunca fue, de lamentarte por el dolor del pasado, cuando eres del todo consciente que en el fondo de tu ser tienes una caja de herramientas que Dios te obsequió, al colocarte tan puro y benevolente aliento de vida. En esa cajita se encuentran las herramientas para prevenir y arreglar, cada uno de los daños a través de nuestras acciones.
Sin olvidar jamás, que las mejores de todo el instrumental son “las lágrimas de honestidad y arrepentimiento puro, cuando aceptas tus culpas, errores y falencias al igual que cuando se aprende a escuchar y perdonar, al ofrecer una displicente y sonora carcajada de iracunda franqueza... En ocasiones, cuando acompañas tus experiencias de un cálido beso y un muy paciente abrazo” ¡Eso es vivir sin ataduras!
¿Y tú, cómo vives?
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