Capítulo 64: “La Fiesta Patriota, el Final de Todo”.
-Tranquila, puedo explicarlo todo, ¿savvy?-dije antes de que la puerta fuese cerrada frente a mis narices.
Hacía dos segundos que habían abierto la puerta y sin dudar la cerraban delante de mí, como si mi presencia no fuese aquello inusitado que era, o peor, no fuese algo importante y digno de ser celebrado.
-¿Como tus continuas desapariciones, tu huida, pasar de curso así no más?-inquirió furiosa poniendo los brazos en jarra.
-Aye, todo eso y mucho más, ¿savvy?-fue mi respuesta.
-Pasa-dijo.
Volvió a abrir la puerta de par en par y se hizo a un lado dejándome pasar hacia los interiores de la casa. Ingresé con cuidado y temor a una venganza de su parte, que debido a su carácter se veía venir. Por esos segundos me fulminó con su mirada asesina como nunca antes en toda mi vida. Cerró la puerta tras nosotras y se sentó en el living, sin pensarlo dos veces me ubiqué en el sillón que daba de frente hacia ella.
-¿Y? ¿Cuándo vuelves a desaparecer? ¿Qué era eso tan importante que tenías que decirme?-dijo bombardeándome de preguntas, rompiendo el silencio más tenso en el que jamás hubiese sido partícipe.
-Nunca más vuelvo a irme, la guerra se acabó… me quedo...-dije con tranquilidad para luego agregar a mi más puro estilo el resto-.En el supuesto hipotético a que eso responda tus tres preguntas, claro…
-Algo oí acerca de eso, espero que te quedes ahora que está acabando todo-dijo con aire ausente.
-¡Mamá, no vuelvo a irme, me quedo aquí, contigo!-repetí sacándola de su mutismo.
-¡¿Qué?!-dijo sin captar aún la idea.
-La guerra acabó, nunca más vuelvo a desaparecer…-dije dando de nuevo toda la información.
Lo que sigue es un abrazo en el que nos fundimos ambas. Ella sollozaba y yo me veía con las lágrimas cayendo a mares, cosa que por cierto no sucedió sólo porque el de Arriba existe, nada más…
-¿Y cómo acabó todo? ¿Así no más?-inquirió deshaciendo el abrazo.
-Aye, los derrotamos en Isla de Pascua, ahora firmaron, el nuevo presidente y el rey de España, un acuerdo en el qué se jura no volver a atacarnos por ese motivo y a ningún otro país a cambio de un tratado de libre comercio para reconstruir la isla y el ejército de los españoles-informé.
-¿El trato es con la ONU?-quiso saber.
-Aye-afirmé.
-Entonces es valedero, pero nos pueden joder la pita solo porque sí, no más-sugirió.
-No…-dije con mi típica sonrisa.
La respuesta de su parte fue aguzar la mirada.
-El tratado lo dice… es a nivel internacional, sino se le quita a España todos los tratados de libre comercio y su calidad de “nación”-gesto de comillas-desciende, no les conviene, eso es obviedad…
-Somos libres al fin y viviste para contarlo…-dijo.
-Aye…-reafirmé.
Me abrazó con fuerza, como si no hubiese un mañana, en eso saqué a relucir mi típica ironía para subirle el ánimo, ya me parecía extraña tanta quietud.
-Tranquila, si soy de carne y hueso, no un fantasma como Manuel…-ironicé.
-¡Qué erís pesa’!-rió.
-¿Quieres que te muestre el antes y el después de Isla de Pascua?-dije sacando mi antiguo teléfono celular.
-¡¿Sacaste fotos?!-preguntó sorprendida, eso era más inusitado que mi presencia.
-Aye…-confirmé buscando las fotografías en el álbum terminado.
-Muéstrame-dijo acercándose.
Cuando le mostré una foto de cómo había quedado la isla tras la batalla que tuvo lugar una noche completa, se cubrió la boca, abrió los ojos como timones y me miró completamente horrorizada por lo acaecido en tan bello lugar.
-¡Cómo quedó!-exclamó aún sorprendida-. Algo escuché en la radio de que la isla había quedado que ni te cuento, pero nunca pensé que era tan terrible. Con razón fue la batalla final, si cómo quedó, murieron un montón de españoles cuando querían huir-dijo aún en shock.
-Aye, quedó la joda, y por eso prefirieron acabar de una vez con ésto, ¿savvy?-dije con orgullo.
Luego le mostré una imagen del “Rosa Oscura II” atracado en una de las hermosas playas de Rapa Nui.
-¿Y ese barco?-inquirió.
-¡Ah, por cierto!, olvidé contarte que tu hija, o sea, moi fue una capitana pirata de un navío ídem, el “Rosa Oscura I y II”, ¿savvy?-comenté.
-El “II” es ese-infirió.
-Aye…-afirmé.
Luego de enseñarles algunas de las fotografías de aquella isla que había sido de ensueño, uno de sus ideales futuros, fuimos a almorzar. Antes de aquello me quité entre sollozos y miradas nostálgicas el traje de guerrillera que había llevado por tanto tiempo y lo llevé a la lavadora, para luego vestirme con ropa común y corriente para el regreso de la nueva era en el país. Me puse unos jeans de tobillo recto, una blusa multicolor a cuadrillé, mantuve en su lugar el paliacate y mis ornamentos, y unas hawaianas.
Cuando acabó el almuerzo fui a lavarme los dientes y me colgué el morral. Cuando me disponía a salir de mi habitación con rumbo a la escalera vi a mi tricornio y me fue imposible no colocarlo en su lugar como en los viejos tiempos, también cogí un poco de dinero. Luego bajé y me dispuse a abrir la puerta.
-¿Y qué no ibas a desaparecer?...-se sintió la voz de mamá tras de mí.
-Es que hoy va a haber una fiesta, elegante y quiero ir a comprarme el vestido… ¡Déjame ir, por favor!-rogué.
-Ya, anda, ¿llevas plata?-preguntó.
-Aye, lo suficiente-contesté.
-¿La espada?-inquirió.
-En su lugar-confirmé mostrándola en su empuñadura.
-¿Te acompaño?-preguntó.
-No, gracias, una amiga me va a acompañar-contesté.
-Cuídate-sugirió.
-Aye…-aseguré y cerré la puerta detrás de mí.
La compra de mi vestido, el calor agobiante de recorrer calles y más calles en busca del vestuario perfecto y los asuntos de gustos no tienen nada de interesante, así que no lo describiré mayormente.
Pero todo sufrimiento tiene su recompensa. A eso de las siete y media de la tarde yo me encontraba vestida, maquillada y peinada. El vestido era verde, corto, con dos tirantes, favorecía bastante el busto, tenía un tajo que hacía que fuese más corto en la pierna izquierda llegando casi a la cadera, eso era tapado con unos vuelos del mismo color que nacían en la cintura, mientras que las chalas eran de tacón chino, con cuantiosas hebillas y negros; el maquillaje consistía en llevar las uñas pintadas de rojo al igual que los labios, las mejillas llevaban un poco de tonos más bien caribeños, los ojos estaban delineados con negro y los párpados, pintados de azul brillante; el peinado era sencillo, me trencé un mechón del lado derecho y lo uní con un colle al resto del cabello, dejando unas mechas sueltas del lado izquierdo.
Me encaminé a la fiesta que se daba en uno de los importantes restaurantes de la ciudad. Llevaba mi espada, ya que haríamos una exhibición entre nosotros de nuestras armas y nunca se sabe, también, cuando se utilizará el armamento…
Cuando ingresé al salón fui a sentarme a una de las mesas que estaban más cerca del escenario, donde comenzaban a tocar unas personas de una importante orquesta nacional. Inicié a platicar con unas amigas de la guerrilla que se me unieron y pasaron unos meseros ofreciéndonos canapés.
Al rato un ramo de flores se posó en mis piernas, miré hacia atrás y vi a Manuel. Nos besamos con la misma intensidad que en la isla y que en el viaje de regreso que definía nuestro futuro. Odié como nunca tener que regresar en el “Rosa Oscura II”, era la última travesía…
Se sentó a mi derecha y participó con energía en la plática que sosteníamos. Al cabo de un rato llegaron los mismos meseros sirviéndonos el plato de fondo que consistía en un elaborado platillo de pescado con una ensalada y no recuerdo qué más. Entonces inició un discurso que daba a conocer los términos del trato llevado a cabo que indicaba el fin de la guerra y el inicio de la libertad y a la hora del postre hubo un momento de arte con cosas a favor de Chile.
Luego de eso comenzó a sonar música completamente moderna y fui a bailar con Manuel, a ratos fue Franco quien me llevó a la pista de baile, mientras que manteníamos una animada conversación entre nosotros acerca de lo acaecido entre el viajero del tiempo y yo en la isla, me dio a entender que no sentía rencor hacia mí y que comprendía que sólo seríamos amigos, muy buenos amigos, por el resto de nuestras vidas.
En cada rincón había mesas donde se servía un banquete con alimentos de tamaño coctel. La iluminación era increíble, además de esos globos de discoteque que brillaban en todo el recinto, estaban los rayos de luz y los proyectores que mostraban en las paredes y en el suelo distintos dibujos y diseños. El salón estaba decorado muy elegante, con ambientación del siglo XVIII y en las paredes había cosas brillantes. Algunas de las meseras llevaban máscaras.
En cada rincón había sillones muy mullidos para mantener una agradable plática, en otros sectores estaban ubicadas mesas de juegos de casino y en las orillas había bares para poder servirse cualquier clase de licor.
A eso de las dos de la madrugada comenzó a hacerse un karaoke en el escenario y yo subí para dedicarle la canción “Pensando en Ti”, de la banda “Mägo de Oz”, a Manuel. Sabía que era la última oportunidad, probablemente, que tendría de demostrarle mi amor, aquel amor callado y negado por años, aquel amor que nunca creí sentir… él era un adulto, casi un padre para mí y yo era una adolescente apenas, pero ya no era aquella niña pequeña que había ingresado a la NHM y podía dejarme sentir aquel hermoso sentimiento que tanto tiempo me costó encontrar y definir…
Cuando bajé me abrazó, yo lloraba, tenía un mal presentimiento. Me acunó el rostro y me besó…
A eso de las tres y media me pidió que lo acompañase afuera. Salí junto a él y nos dirigimos al callejón que daba con la puerta de la cocina del local.
-Me debo ir-dijo acercándose a la luminaria.
-¿Tan pronto?-inquirí siguiéndolo.
-Debo ir por donde vine-fue su respuesta.
-¿Puedo ir contigo?-quise saber.
-Morirías, mi plazo se ha cumplido, hoy es mi aniversario de nacimiento, estoy muerto y sigo estándolo… te amo-dijo.
-Entonces, ¿para qué me descubriste tus sentimientos? Sólo me harás sufrir-afirmé.
-Necesitabas saber lo que sentías tú misma y quería decirte lo que siento…-contestó.
-¿Cómo te irás?-pregunté.
-Debo buscar la llave de tu antiguo colegio y la llave de los muertos, es la que te conduce al futuro y a la línea del tiempo… y lo más importante, debo tratar de olvidar que hace años oí ahí a una niña de once años decir que quería ser una guerrillera y liberar a su país, y que luego me enamoré de ella…-suspiró.
-Te amo… jamás te olvidaré… te amo-sollocé.
-Y yo a ti-dijo.
Me cogió de las manos y me besó, luego me sostuvo de la cadera y yo palpé su cabeza y le di un beso con fuerza, con intensidad. Me giró y me reclinó de espaldas. Duramos minutos así y luego nuestros labios se separaron con suavidad y nos miramos a los ojos. Se deshizo el abrazo y se alejó de mí, poco a poco fue palideciendo su piel trigueña y sus intensos ojos marrones se tornaron inexpresivos, hasta que su imagen se desvaneció frente a mis ojos. Corrí hasta el último lugar en que estuvo y había una nota, la misiva decía…
“Para conectar dos mundos sólo es necesario tu corazón, es la única llave que el tiempo no oxidará jamás… Te veré en donde nos conocimos cada día como hoy, 24-02-2015”.
Me puse en pié y en el horizonte, rumbo al salón de mi antigua escuela una niebla voló, esbocé una sonrisa y una lágrima rodó por mi mejilla. Luego cogí la misiva y regresé a la fiesta con el fin de tratar de olvidar. Cuando llegué a casa nadie supo de mi arribo y me fui a dormir más triste de lo que lo hubiese estado en mi vida, con lágrimas en el alma.
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