La noche mi gran verdugo me recuerda cada beso, cada caricia que en otros tiempos tu y yo compartimos, palabras que el viento se ha de llevar, aunque yo las plasme con mi propia sangre en tu sutil pero rastrero espíritu... Permitiendo así a las estrellas calcinar cada espacio de mi iluso y decadente ser.
El viento hoy sopla a tu favor, mi alma un día gloriosa y resplandeciente cual deidad inmortal, lucha hoy siquiera por ver brillar tus ojos una vez más, antes de su agonía final.
Implorando cínicamente por tan vil ternura, esa que tal vez jamás llegue, pido a los dioses misericordia destruyan mi cuerpo condene mi alma, pues si de esta cruel tortura nace el olvido apático, satírico, audaz y muy poco sutil, con brazos abiertos e de esperar mi final.
Un beso será mi puñal, una caricia la sangre entre tibia que danza por mi pecho, pero una palabra en tan densa y macabra soledad, será la cura que mi vida salvará.
Destruye mi agonía, devuélveme a la vida, resucita mi fe, transfórmame con tu amor en una dama leal, la más altiva deidad, conviérteme en Fénix la única ave que de sus cenizas renace, que solo con un corto te amo su agonía convertirás finalmente en vida.
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