martes 10 de enero de 2012
Hace un año que dejé de saber de ti. Un año suena a poco tiempo, pero también suena -si lo pensamos un poco más- a mucho tiempo, incluso si se repite unas tres veces, da miedo. Un año tiene reunidos a muchos días, y muchos días significan muchas probabilidades.
Nunca me gustaron las probabilidades, siempre van acompañadas de las estadísticas y yo con ellas no me entendí nunca. Existe, por ejemplo, la probabilidad de que hayas salido de tu casa toda linda a tomar el bus en la esquina y que no regresaras nunca más. Entonces ahora estarías desaparecida, haciéndole compañía a toda esa gente de la que uno no supo más. Existe la posibilidad, la terrible posibilidad, de que en la esquina conocieras a alguien, un tipo bien plantado por ejemplo y encima un tipo buena gente. Y que te fueras del brazo de el, y que entonces, anduvieras haciéndole compañía por todos los lugares que los tipos bien plantados buenas gentes, visitan. No sé cual probabilidad prefiero, saberte desaparecida o saberte del brazo de un tipo de esos. No me malentiendas, sería terrible que desaparecieras y que el mundo, o por lo menos esta parte del mundo que me contiene a mi, no volviera a saber nada de ti, como yo, que hace un año que deje de saber de ti. Pero si desaparecieras para siempre y no por un año, pensaría que andas caminando por la playa, que andas descalza y riendote. Te imaginaría rodeada de niños y haciendo collares de caracoles miniatura; además siempre existe la posibilidad de aparecer. Sé de gente que estuvo desaparecida por diez años y de pronto un día vuelve.
Existe otra posibilidad, que yo no sepa de ti, porque hace un año que no sales de tu habitación. Que la tapiaste y te quedaste dentro, que estas (por fin) escribiendo todas las cartas que tienes pendientes desde que cumpliste cinco. Y que duermes con los cabellos extendidos por toda la almohada y que comes grumitos de polvo con azúcar. Existe la probabilidad de que te estés dedicando a aliviar todas las grietas de los muros de la habitación que tanto te molestaban. Estarás indagando de donde vienen cada una de ellas, porque nunca te quedaste muy satisfecha con lo que dijo el casero. Creo que pensaste que eran mentiras, y seamos honestos, al único que le comprabas mentiras por verdades, era a mi, eso hasta hace un año en que deje de saber de ti.
Ahora estoy confundido, muy confundido, pienso en que no sé nada de ti, te recuerdo como entonces, y como antes, como el día en que aun sabía de ti y no tenía que nada que temer. Ahora si, ahora si ando con miedo, un miedo manso que me acompaña todo el día mientras atravieso las calles, mientras voy y vuelvo, mientras estoy en la biblioteca o duermo. Tengo miedo que el año se sume con otro y luego con otro y entonces esté como esas personas que te conté, esas que dejan de saber de otras personas muchos años y luego esas otras personas aparecen. Solo que tengo miedo de no tener esa suerte y olvidarme de ti a la mitad del proceso y que el recuerdo de tu cara no me sea más que un dato perdido en la mente, que yo despierte un día y olvide que todo empezó porqué, hoy hace un año que no sé de ti. |