Akallabeth


En un último y estridente alarido de demencia
el orco se derrumbó abatido ante mi sombra colérica
la espada limpie de aquella negra sangre impía
y con el semblante alto y orgulloso
contemple a las últimas sombrías huestes del enemigo
escabullirse como nerviosas hormigas entre árboles y desfiladeros
La batalla había concluido.
su alta y terrible silueta de oscuridad
ya no asemejaba más que a una simple mortaja vil
del terror que alguna vez fue
y postrándose ante los pies de nuestro rey
su humillación y derrota había concluido.


El rugido de las olas desmembrándose bajo nuestros barcos,
me hinchó el corazón de orgullo y bienaventuranza,
cuando el retorno al hogar fue un hecho consumado
un hogar limpio y puro
rico desde las rubias arenas y desnudas rocas de la playa
hasta lo alto de la más alta de nuestras gloriosas torres
que como colosales bastiones de piedra y oro
se alzaban a tocar el cielo y desgarrar las nubes
con su belleza y majestad.
Y ahora, con el último vástago del mal vencido,
y puesto de ciervo a los servicios de su excelencia
respiramos este aire absorto en deliciosa magnificencia.


Como la sombra de un velo mortecino en la mitad de un bosque,
un miedo sin nombre ni forma
a comenzado a escabullirse por entre nuestros congeneres
un vestigio de algo tenebroso
el suspiro inocuo y ominoso liberado ante nosotros.
Algo agarrota y comprime nuestros indelebles corazones,
y comienza a consumir los valerosos espíritus
lo veo en mis hermanos
lo veo en mis hermanas
es un temor que respira y se alimenta
mas ya un horror que a cada instante crece
a muchos a comenzado a alterar
y los temples inquebrables a comenzado a cambiar
caducando ideas hermosas y apacibles de lo más bello e imperecedero
despertando un odio parido en las entrañas de aquel,
cuyo nombre no debe de ser pronunciado jamás.


Oh destino infiel de mirada cruel,
por que durante tanto tiempo esta visión has de ocultar
nuestras sublimes primaveras acortándose van
tornándose en oscuros y desesperados inviernos al desamparo
con mi gente pereciendo ante su crueldad
mi gente a perecido por soñar este lugar
estas costas malditas que ahora logro vislumbrar
pero nuestras fuerzas han retornado
y en un incontenible grito de furia se han tornado
por que nuestros ojos no pueden tolerar la belleza inexplicable de este lugar
y toda la bastedad de nuestro descomunal poder hemos traído
para desafiar y encarar
a quienes culpablemente responsables son
de la despiadada y mórbida muerte
que de toda esperanza nos ha despojado.
Todos mis hermanos en armas están
Y el océano, nuestros mares, con imponentes navíos hemos tapizado,
un millar de millar de espadas alzaremos
y en cuanto la tierra de Aman se desgarre ante nuestra llegada triunfal
y Ar-Pharazon se declare soberano de este nuestro nuevo dominio
la beatitud de una nueva era de goce nos recibirá
con el cálido abrazo eterno de la inmortalidad.