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Habían pasado ya unos cuantos días, Des ya había vuelto a trabajar y Min pasaba las tardes leyendo cartas que él comenzó a escribirle pensando en un futuro feliz y bien animoso. Ella jamás había recibido una carta jamás, y cuando tuvo en sus manos el primer papel escrito, se sintió como una mujer amada por un galán de los años 20. Se sonrojaba a veces sin siquiera darse cuenta de que no tenía porqué hacerlo.

Esa tarde era algo fuera de lo común, llevaban ya algo más de dos meses saliendo y Min esperaba a la noche para encontrarse con Des en un local para ir a comer algo fuera de la ciudad. Una reserva especial, había dicho Des cuando le dio la invitación. Ella asintió con una sonrisa inmensa y los ojos cerrados al acercarse a darle un beso.

Al llegar la hora tomaron un taxi que los dejó en la puerta de un restaurant que tenía buena pinta y precios bastante adecuados al bolsillo de Des, que fue quien pagó todos los detalles.

- Eres demasiado bueno, Des - le dijo después de besarlo - Creo que soy muy afortunada o tú estás definitivamente loco.
- Ahaha, pensé que yo era el afortunado de que una chica como tú me aceptara como pareja después de todo el tiempo en que no pasaba nada - contestó él haciendo alusión a lo fome que él sabía que había sido cuando la conoció - Eres hermosa, Min, mereces que te traten bien.
- No merezco nada, hombre - lo miró a los ojos un poco seria - Nadie merece cosas, solamente se las gana por hacer cosas buenas, quizás yo me gané esto por aceptarme a ser feliz de una vez por todas con alguien y al mismo tiempo hacerlo feliz, ¿no crees?
- Eso es algo que deja harto para conversar, pero sí, creo que es un buen argumento - le contestó pensando en una palabra que buscaba en su mente - Karma, ¿no?
- Así es.

La comida estuvo liviana pero llenadora, algo de pescado con ensaladas y una sopa de vegetales con verde. Ambos tomaron vino y de postre helado con frutas frescas.

- El helado estaba exquisito - dijo Min al salir del local tocándose las mejillas con ambas manos en señal de goce - Era piña con frambuesa la fruta, eso creo.
- Sí, creo que eran frambuesas, dulces pero frescas - contestó Des tomándola por la espalda como ya se había vuelto costumbre al andar por la calle o en casa - Vamos a casa - le dijo al oído levantando un brazo para detener un taxi de vuelta.
- Sí, a casa.

Al llegar a casa prepararon té, aún era temprano y al día siguiente Des no tenía que trabajar. Era fin de semana. Vieron una película como parte de la rutina ya implantada e hicieron comida para el próximo día, así podrían dormir más.

A la mañana siguiente un quiebre con lo planeado los despertó a ambos. El móvil de Min sonaba con un ring que Des desconocía, la miró raro preguntándole con la mirada quién era. Ella al mirar el teléfono a su cara no pudo contener la cara de preocupación y antes de contestar le hizo una seña de silencio con el dedo frente a sus labios.

- Pensé que habíamos quedado en que no me volverías a llamar hasta que yo te lo dijera - parecía molesta y algo nerviosa - No, no quiero - comenzaba a enojarse más y su mano libre empezaba a empuñarse - Mamá, me haz jodido la mañana. Chao.

El corte fecundó un sollozo previo a un llanto que Des sólo pudo notar cuando la espalda de Min comenzó a dar saltos. Des jamás había oído a Min hablar de su madre. Creyó que no existía, nunca preguntó por ella la verdad. Lo peor de todo es que ni Uno, su mejor amigo, ni Ester, su mejor amiga, lo sabían. Un secreto jamás contado y que además traería consigo otra sorpresa aún peor que estaba por saberse.

Texto agregado el 30-01-2012, y leído por 88 visitantes. (0 votos)


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