Capítulo 43: “Para Ir al Fin del Mundo, no hay que Esperar del Mundo el Fin”.
Llegamos al regimiento a eso de las tres de la tarde, lugar donde me interceptó Peñaloza.
-Tú y yo debemos hablar seriamente-anunció a regañadientes.
-Por supuesto, adelántese, debo decirle algo a mi amigo-sugerí y fui obedecida.
-Manuel-dije.
-¿Qué?-siguió él en una continuación fatídica de diálogos cortos.
-Si algo malo me pasa sígueme de cerca, ¿savvy?-pedí.
-No hay necesidad de que lo pidas-dijo.
Yo miré mi reloj-estuche de coco que llevaba de cinturón e ingresé a la oficina de Peñaloza.
-Con qué Manuel ¿eh?-dijo intentando ser irónico e irritante, solo intentándolo.
-Puede ser directo, no me gusta seguir juegos de niños siendo adolescente-dije sarcástica, siéndolo no intentándolo.
-Con que ese hombre es Manuel Rodríguez-dijo haciéndose el misterioso.
-Sí, lo es, aunque puede que usted no me crea, pues él no trae su carné de identidad-dije con sarcasmo.
-No, de hecho te creo, lo que no creo es cómo conseguiste gastar tanto dinero en un mes y medio cuando él estaba aquí-dijo.
-No necesito su comprensión-dije.
-Como mentiste sobre su existencia, no puede importarte, si algo de franqueza te queda, que los demás te crean-dijo.
-Vaya al grano, el tiempo y la paciencia se consumen, ¿savvy?-dije.
-Gastaste tanto dinero buscándolo, a sabiendas de que estaba aquí. Lo único que querías era conservar el cargo-creyó aclarar.
-Si hubiese sido así, las cosas ya serían así. Agradezca que no lo sean-dije.
-Bueno, el punto es que ahora me debes hacer entrega del cargo y la guerrilla-dijo triunfante.
-La guerrilla nunca, recuerde que somos solamente aliados, no somos de su pertenencia-repliqué.-Además, mi firma de transferencia del cargo apenas apareciera toda la guerrilla, la tiene. El cargo no me importa. Pero como aliada merezco el 50% de armamento y derechos de mando-dije.
-Perfecto, tu error se olvida…-dejé en el suspenso.
-¿De qué error me habla?, del producto de su incredibilidad-dije sarcástica.
-Dejemos eso hasta ahí, mejor-dijo harto.
-Sí, yo creo, sino ese precioso jarrón de la dinastía que la imaginación quiera terminará en hogares que nunca quiso estar-dije.
-¿El basurero?-inquirió.
-Exacto-aclaré.
-Hay una manera de remediar el asunto-sugirió.
-¿Cuál?-pregunté.
-Tú navegas hasta Magallanes y Chiloé, un bastión realista y comienzas el volador de luces, una de nuestras ramas mientras hará una masacre en el norte. Tú conservas la guerrilla libre, el asunto Manuel Rodríguez lo cerramos para la eternidad y tú eres la aliada del 50%-propuso.
-¿Cómo se supone que mi guerrilla y yo lleguemos hasta esos lugares?-pregunté.
-Ya te dije, navegando-dijo pensando que el asunto era lo suficientemente obvio como para no generar dudas.
-Necesitaré una nave-dije guiando el asunto.
-Ese punto lo tenía cubierto, les cederemos provisoriamente el Juan Fernández II-dijo.
-¿Era usted bueno en matemáticas de niño?-pregunté.
-Regularmente bueno ¿por qué?-preguntó extrañado.
-Haremos una fórmula… Guerrilla NHM más Rosa Oscura es igual a campaña exitosa llevada a cabo; Guerrilla NHM menos Rosa Oscura es igual a no hay campaña exitosa, ¿savvy?-aclaré.
-No te entiendo-dijo, pero los dos sabíamos muy bien a qué me refería.
-Ahora entiendo el “regularmente”-dije.
-Me sigue dejando igual-dijo.
-Le explicaré, ¿tiene peras y manzanas?-dije.
-No necesito una explicación tan básica-dijo estirado.
-Eso espero, pues no soy parvularia. El asunto es bastante simple, si usted quiere que nosotros vayamos a hacer su súper campaña, nos debe devolver el Rosa Oscura, solo así navegaremos hasta el fin del mundo, sino deberá esperar del mundo el fin, cosa que solamente ha sido un volador de luces, ¿savvy?-dije.
-Navegaras al mando del Juan Fernández II, o conocerás la horca, espero que recuerdes la sentencia-dijo pretendiendo tomar las riendas del asunto.
-Y espero que tú recuerdes el documento en que me haces transferencia del Rosa Oscura-retruqué.
-Se lo transferí a un ser inexistente, Rafael Benavides me lo demostró, no es tuyo, a menos que seas una alucinación, cosa que dudo-dijo.
-No quieres que el Rosa desaparezca, ¿verdad?-dije.
-Claro que no-dijo.
-Entonces, quiero el Rosa, sino no hay campaña, tu ejército muere, el Rosa desaparece y desintegro tu flota, tú decides, por un barco no renunciarás a todo, incluso a la vida. Al contrario la NHM necesita ese barco-dije, o bien, exigí.
-Y tú conocerás la horca, no lo olvides-dijo.
-No me iré de aquí sin el Rosa-confesé, asombrada de perder mi sarcasmo y enfadada con Rafael.
-¡Créeme, lo harás!-gritó y me abofeteó.
-Yo tengo más derechos que tú sobre el Rosa. Tú alegas que soy un fraude, pues: ¡Primero!, claro que soy un fraude, tarado. Tú crees que yo creería tu cuentito ese de que no me engañarías. Una firma falsa era la mejor opción, en la piratería no existe la confianza plena, ni la honestidad. ¡Segundo!, tus informantes creen que delatando lo más extraño y ajeno son las grandes genialidades, pero los filósofos no describieron el comportamiento de los aliens, entre otras razones porque no sabían de su existencia, sino que describieron la humana, aunque les doliera a quienes les llegaba. Quizás porque saben que te hiere oírlo no te lo han dicho, o más bien porque les importan los resultados que la situación les puede acarrear, pero a mí no me importa ni lo uno ni lo otro, pero sabes bien que eres un gran fraude, ¿savvy? ¡Tercero!, tu ejército o algo parecido, eso que tienes en los pasillos de este edificio, para que me entiendas mejor, sí que es un fraude, yo al menos reconozco serlo, pero ellos no. Dime, ¿tienen una causa?, ¡no!, por la sencilla razón de que no hacen nada y se dedican a ser el Quijote de la Mancha, según su imaginación son la gran cosa, y lo que los rodea ídem, tienen casi mil Sanchos Panza que se lo reafirman a sabiendas de que no son así, ¿algo les falta? ¡No!, excepto el ímpetu. Así que te conviene devolverme el Rosa, si no quieres que tus soldaditos de plomo, que denigrante para el personaje de ese cuento en todo caso, porque ellos no le llegan a los talones, pero en fin. Si no quieres que ellos sufran las consecuencias del hecho de que los delate, tendrás que devolverme el Rosa-dije.
-No lo haré, eres tan denigrante y cruel, que no lo haré-dijo.
-Eso es distinto, soy honesta. Pruebo la honestidad con viles baños de sarcasmo, lo cual es diferente. No entiendo como recién te das cuenta-dije.
-Sigues siendo un fraude, sabes que puedo delatarte a la Corona si te atreves a delatarnos-amenazó.
-Pero a diferencia tuya seré capaz de huir sin culpa del destino cruel-aclaré.
-No tienes armas para luchar, nada contundente, solo cuchillos, espadas, revólveres, una que otra escopeta, son un gran fraude-dijo.
-Un fraude con armamento de ejército. Aprende a ampliar correctamente tu léxico, amigo, no está ni de sobra ni contra la ley. Y comer pasas tampoco es una mala idea, si no te gusta enchúfatelas con las galletas, te lo aconseja alguien que lo ha experimentado. No digas que no recuerdas que toda la guerrilla firmó la adquisición de armas con su firma legal. En tu gabinete están los carnés de identidad de todos, son legales, pues los adquirieron antes de la guerra. Si quieres guerra interna, pues que inicie, una guerrilla sabe como triunfar, para luego huir, y volver a triunfar-dije.
-Pero tú en tu firma no eres real, así qué, se anula todo con alguien irreal, así que si quieren colgarte yo les facilito la horca-dijo con una sonrisa irónica en los labios.
En ese momento me acerqué, desenvainé mi espada y susurré muy cerca suyo “Y si eso sucede yo te facilitaré el infierno”. Lo vi gemir, quizás la reluciente punta del arma en su cuello acorralándole con la pared y su sillón de escritorio lo asfixiaba.
-Yo que tú sería inteligente y flexible, llegaría a un acuerdo. En este salón estamos tú y yo, tú estás desarmado y yo armada, y tú quieres salvar tu vida como único partidario de ella, pues yo, la armada, atento contra ese ademán de vitalidad que tienes. Nadie puede ayudarte y el contador está en reversa, amigo-dije mirándole a los ojos.
-No puedo llegar a acuerdos con un ser irreal-dijo, o bien, gimió.
-Créeme, puedes. Hagamos algo. Descuentas el porcentaje correspondiente a mí, de armamento y el resto, lo de mis colegas, lo dejas. El Rosa Oscura es mucho más que lo que me debes quitar. Así que negociamos con el Rosa o tu cabeza, mira que mi espada no se asusta de cortarla-dije presionando.
-Perfecto, el Rosa Oscura les será devuelto, llenaré el auditorio, pero tú debes devolverme algo, recuerda tener los ojos al suelo cuando te lo quite-dijo mientras cogía un megáfono desde su escritorio y palpaba con ironía cruel, mordaz e ilógica, el medallón que yo llevaba en aquel momento.
A la media hora el auditorio estaba lleno. Yo me preparaba en mi camarote, no vestía ni maquillaba ni nada de ello, si es lo que piensan. Intentaba convencerme a mí misma de que era lo mejor, y la frase “Repítelo hasta que te lo creas”, me llenaba la memoria. Palpaba incesantemente el medallón, era precioso, era uno de los mayores tesoros de la piratería en el mar Caribe, no me pregunten cómo demonios lo había conseguido Peñaloza.
-Recuerda que puedes contar conmigo-dijo Manuel apretando mi hombro.
-Es una de las pocas cosas que recuerdo, pero de todas es la mejor-contesté.
-Aún puedes retractarte, tendrás el alto mando, el Juan Fernández II, y la Rosa Oscura quedará para el ejército. Recuerda que no debes hacerlo-mencionó.
-Con la diferencia que el Juan Fernández II no es un barco pirata, el Rosa Oscura sí lo es. El Rosa en lugar de representar la libertad, es la libertad personificada. Allí está el alma de la NHM, allí es donde voy. Y no me retractaré por un impulso egoísta de una batalla que casi pierdo-dije con los ojos llenos de lágrimas.
-El alto mando es solo un escritorio, una puerta y un pasillo con tu nombre, objetos, seres sin vida. Muchos creen que con el alto mando viene el poder de mandar, hacer y deshacer con un ejército o lo que se te dé la regalada gana. Pero tú, escúchame muy bien lo que te diré: el alto mando somos todos y cada uno, el alto mando puede ser el ejército, la NHM, un ciudadano corriente, un perro, un campesino que para muchos es intrascendental. Y para ser un verdadero alto mando, basta con ser valiente, lo suficiente como para reclamar lo que quieres como tuyo, y para eso no es necesario creer que todo es tuyo. Ahora anda, entrega ese medallón y demuestra que en realidad no es lo que vale, en tu vida habrán muchos más medallones tan hermosos como ese, pero una sola oportunidad de dejar en claro que no te superarán aunque deseen destruirte el alma y no dejarte ni una huella. Si quieres el alto mando, como lo acabas de ver, rememora la NHM, a ti de niña, te darás cuenta de que siempre lo fuiste y ya vendrá de nuevo esta oportunidad, eres lo que haces, tú eres noble y valiente, no creas que no lo eres-dijo, se puso de pié y se marchó.
No necesité pensar mayormente sus palabras, era cierto, cada fonema que había mencionado hasta por error, era cierto. Me paré decidida, caminé hasta el pasillo y me topé con Peñaloza charlando con el traidor de Rafael.
-Estoy lista. No olvides mencionar que el Rosa Oscura es de la NHM-dije con los ojos llenos de ironía.
Al rato ingresamos al auditorio, él mencionó un breve discurso, hizo un rito del ejército y me quitó un soldado el medallón para reinstaurarlo a él en el poder, así, en segundos, concluyó todo.
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