TO BE (COOL) OR NOT TO BE
Sí, ese es uno de los tantos dilemas en mi vida. Ser buena onda o no, ser bien vibroso o no.
Sonreír a todos, ¿por qué no? Ser amistoso, bien. Abrir las puertas de uno mismo a los demás, adelante, pase usted.
Compartir, deseos, sueños, risas, miedos, tristeza; todos subimos y bajamos por esos hilos de la vida.
Varias veces me he encontrado dando consejos que me han pedido, dando boletos gratis para el show de mi existencia, invitando al público a unirse al escenario, montando un buen espectáculo para el disfrute de los participes y del público, riendo, llorando, desnudándonos, usando máscaras y disfraces.
No puedo negar que he disfrutado como ratón gordo en fábrica de queso, ni que he sufrido, e incluso, me he auto flagelado.
Tengo una libreta llena de sucesos extraordinarios, de malos capítulos de telenovela y de dudas aún sin resolver. Ésta es una de ellas, ¿puedes ser siempre cool con todo el mundo?
Nunca estoy esperando que me regresen la misma cortesía, pero creo que como dicen las doctrinas del autoconocimiento, hay que ser más conscientes de nuestro presente y de lo que fabricamos con él.
Ser cool con el cartero, con mi familia, con el vecino, con el perro del tercer piso, mi aquella amiga, con el nuevo conocido, con la pareja, conmigo.
Me encontré siendo buena onda con mucha, mucha gente. Muchos se alegraron, otros me felicitaron, unos me escupieron, otros se siguieron de largo.
Pero lo que más me inquieta es ser cool con quien más quieres serlo y que te regrese patadas y berrinches, que te hiera sólo por deporte, que te oculte la verdad por mala elección, que te traicione por inexperiencia o por inoportuno.
¿Será cierto que unos momentos son más oportunos para coincidir con los otros en la buena vibra?
Cierto que es mala idea de adolescente ponerte a darle buena vibra a tu novio fajando en la sala cuando tus papas pueden llegar; aparecerte tarde al trabajo cuando están haciendo auditoria;
beber de más en una fiesta… bueno, hablar de más en una fiesta cuando has bebido demasiado o no; preguntar quién será ese tarado del discurso a la que está a tu lado y es su esposa; olvidarte del cumpleaños sorpresa cuando tú tienes la llave de la casa en donde se va a celebrar; salir corriendo al trabajo un domingo en la madrugada…
En fin, hay tantos de esos momentos inoportunos, de descuido, de olvido…
Me encontré tirando buena vibra a tantos despistados que la verdad… ya me cansé.
No se puede dar una sonrisa a quien va pidiendo limosna de dolor,
ni prodigar abrazos a quien está atado de pies y manos,
ni invitar a recorrer un camino por el jardín del disfrute al inválido de sensaciones,
ni darle un ramo de arcoiris a un daltónico de la belleza,
ni dar besos y caricias a quien le faltan varios de los cinco sentidos.
¡Ser como eres! ¿O no? |