Para los amantes del mañana,
para los que descubrirán el fuego
y las quimeras,
para los que aún moldean sus labios,
embriones de besos,
por un mañana
de romances y promesas,
para ellos, para los poetas,
que transformarán en palabras,
los éxtasis y suspiros
de aquellos enamorados.
Cuando seamos brizna,
habrá nuevas noches incandescentes,
eternidad en la piel,
magia en los juramentos,
el hombre tendrá nuevos martirios
y bocas para el frenesí,
fertilizarán los campos
con otros senderos y encantos,
el niño de hoy es la semilla de requiebros en las esferas.
No amarguemos esta liturgia con presagios rencorosos
el mundo continuará sus días entre trompetas y risas,
no seremos ya nosotros los de los besos ígneos
ni de lechos, ni de pan, ni de plegarias,
la vida, los labios, la vertiente,
todo será, sin nosotros…
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