Todos los seres vivos compartimos un mismo destino, nacer, crecer, trascender procreando y finalmente morir. En este camino al que llamamos vida, muchas veces tenemos la oportunidad de reencontrarnos, y las acciones y sentimientos que generamos en el otro, vuelven otra vez en forma de odio, amor o gratitud. Todo lo que se siembra tarde o temprano se cosecha.
Diario de Cecilia
10 de diciembre de 1997
- ¿Y como son las ballenas papá?
Papá maneja concentrado en la ruta, estamos a pocos kilómetros de Puerto Pirámides en la península de Valdez. Me mira por el espejo retrovisor y, poniendo voz de maestro de escuela me explica.
- Si bien viven en el mar, no son simples peces, son mamíferos como nosotros, en realidad son los mamíferos más grandes del planeta.
- ¿Mas grandes que una vaca?
- Si, más grande que muchas vacas.
Pienso un poco y pregunto nuevamente.
- ¿Mas que un elefante?
- Si, algunas ballenas son más grandes que tres o cuatro elefantes juntos.
Mi imaginación no llega a tanto, con ocho años y una única visita al zoológico no puede haber nada mas grande que un elefante. Papá continúa hablando
- Hace muchos miles de años, las ballenas al igual que otros mamíferos marinos, andaban por la tierra, pero acostumbrados cada vez mas a nadar para comer o para protegerse de los depredadores se fueron adaptando al mar, los brazos y piernas se convirtieron en aletas, la nariz se desplazo sobre su cabeza y se transformaron en mamíferos marinos, como las orcas y los delfines, la mas famosa de las ballenas fue Moby Dick…
Ya no le presto atención, mi imaginación vuela con la idea de elefantes gigantes con aletas nadando en el mar.
El pequeño hotel del ACA en Puerto pirámides es quizás el edificio mas importante del minúsculo pueblo construido sobre la pequeña bahía.
Desde allí zarpan las lanchas de excursión para el avistaje de ballenas. Esta mañana nos dirigimos al embarcadero para hacer la excursión cuando veo a papá discutir con el capitán de la lancha.
- ¡Hemos viajado toda la familia desde Córdoba nada mas que para esto!.
- Lo siento – dice el capitán - estamos en época de parición y las ballenas a veces se ponen un poco peligrosas. No puedo admitir a una menor de diez años en el barco.
Papá insiste – yo me haré cargo de ella, además no tengo con quien dejarla.
El capitán niega con la cabeza – No puedo, perdería la licencia, prefectura revisa las embarcaciones antes de zarpar.
Papá vuelve derrotado y escucho que habla con mamá.
- Me quedo con ella vayan ustedes.
- No mejor me quedo yo – dice mamá.
Mis hermanos me miran con lastima pero ninguno se ofrece a quedarse conmigo, es mas, ya tienen los chalecos salvavidas puestos. Me acerco a mis padres y les digo.
- No se preocupen, me quedaré en la habitación del hotel viendo televisión.
Tras algunas discusiones, papá me acompaña hasta el hotel, habla con la encargada y me acompaña hasta la habitación.
- Volveremos en unas tres horas, cualquier cosa que necesites se lo pides a la señora de conserjería, ¿seguro que no quieres que te acompañe?
La verdad es que no me hace gracia quedarme sola pero tampoco quiero que mis padres se pierdan la excursión.
- No papá, estaré bien, me quedaré viendo dibujitos.
Papá me da un sonoro beso con cara de culpa y sale corriendo. Desde la ventana del cuarto veo cuando embarcan, mis hermanos sonríen felices. La lancha se pone en marcha y se aleja a alta mar.
Los dibujos son los mismos de siempre. Estoy aburrida y triste. Salgo de la habitación y me dirijo al salón del hotel. Escucho hablar por teléfono a la señora, ella ni me ve, sin pensarlo salgo a caminar.
Mis pasos me llevan a la playa, camino buscando caracoles alejándome del pueblo, el mar esta tranquilo. Trepo por unas rocas y veo una pequeña caleta desierta. “que hermoso lugar” exclamo.
Al bajar la pendiente escucho un extraño gemido, es como un silbido triste. Busco su procedencia y me encuentro cara a cara con un ser increíble. Por la descripción de mi padre se trata de una ballena, su cuerpo es el doble del mío aunque claramente se nota que es recién nacida. Esta encallada entre las piedras, su madre a unos doscientos metros mar adentro asoma su cabeza y lanza chorros de agua por el lomo.
Sin medir las consecuencias y a riesgo de resbalarme me meto entre las rocas para tratar de destrabarla. Su piel es rugosa y el lomo esta secándose, me mira con sus ojos tristes como pidiendo ayuda. Instintivamente saco mi gorro de playa y le hecho agua sobre el lomo acariciándola.
- Tranquila Moby… tranquila, yo te voy a salvar.
La madre bate furiosa su cola, pero su tamaño le impide acercarse. Las rocas le han causado una fea herida al costado de su cabeza detrás de su ojo izquierdo, intento levantarla pero es imposible, pesa demasiado.
Estoy agotada, no se que hacer, debería volver al pueblo por ayuda, pero no quiero dejarla sola y lastimada. Palpo con mis manos buscando la causa de su inmovilidad, de pronto la encuentro. Una roca se ha resbalado y aprisionado su aleta izquierda. Trato de levantarla pero apenas se mueve.
- ¡Vamos Moby! Cuando yo la levante tu mueve la aleta.
Me mira unos instantes y creo que me entiende. Intento nuevamente con todas mis fuerzas y la ballena aprovecha para levantar su cuerpo ayudándose con su cola. La aleta esta libre. Me siento a su lado acariciándola, y hablándole.
- Bien Moby, Bien, ahora te empujaré para que vuelvas al mar.
Moby, “rema” con sus aletas mientras yo trato de levantarla y empujarla por la cabeza. Unos instantes y ella esta libre y yo con el agua peligrosamente a la cintura.
Vuelvo a la costa y me siento sobre una roca. Moby se aleja unos metros en dirección a su madre batiendo la cola sobre el agua. Se detiene, gira, y con su aleta derecha me saluda como despidiéndose mientras emite un silbido alegre.
Vuelvo al hotel a esperar a mis padres, he vivido una de las aventuras más emocionantes de mi corta vida.
La señora esta otra vez hablando por telefono, ni se enteró de mi salida. Entro en el cuarto y me acuesto en la cama de mis padres todavía con mi ropa mojada.
Mis padres y mis hermanos han vuelto. Les he contado mi historia, les he mostrado mi ropa mojada y mis rasguños en los brazos. Aún así no me creen… no me importa, yo se que es verdad.
Diario de Cecilia
12 de diciembre de 2005
Volvemos a Puerto Pirámides. Mi historia se ha convertido en objeto de escarnio, particularmente por parte de mis hermanos. El pueblo ha crecido bastante desde la última vez que estuvimos, hace más de ocho años.
La señora del hotel esta un poco más vieja y habla todo el día por telefono. A la mañana siguiente estoy lista para tomar revancha, un extraño sentimiento me asalta “¿donde estará Moby?”
El chaleco me queda un poco grande pero esta vez soy admitida. El mar esta un poco picado y la lancha salta salpicando con agua a todos a bordo.
El capitán esta serio, el mar cada vez se pone mas picado, las olas saltan sobre la embarcación y encima no hemos visto ninguna ballena. De pronto una enorme aleta dorsal sale a la superficie, ya he aprendido a reconocer a los habitantes del mar, de hecho mi sueño sería convertirme en bióloga marina, rápidamente identifico a la aleta como de una orca. Estos mamíferos son los enemigos más importantes de las ballenas, más aun que los tiburones.
Inexplicablemente el animal, lejos de alejarse gira en redondo y arremete contra la embarcación. El choque nos sacude a todos, la lancha vuelca. En un instante estamos todos en el agua. A los gritos tratamos de juntarnos todos, y nos agarramos a la embarcación semihundida.
La orca gira lentamente, he visto documentales de orcas cazando lobos de mar, el peligro es inminente. De pronto el animal parece tomar la decisión de atacarnos y apuntando con su aleta dorsal se dirige a nosotros. Y en ese instante apareció.
Con un salto colosal una gigantesca ballena salta interponiéndose en la trayectoria de la orca. La imagen es fantástica, la orca se retira unos metros y queda al acecho. La ballena nada interponiéndose entre la orca y nosotros. Al pasar frente a mi observo su costado izquierdo, la piel se me eriza, detrás de su ojo izquierdo veo una fea cicatriz.
- ¡¡Moby!!
La ballena se detiene por un instante como si hubiera sido arponeada. Su ojo izquierdo me mira fijamente y emite un extraño silbido, juraría que es una pregunta. Repito emocionada.
- ¡Moby, Moby soy yo!
La ballena sacude la cola y vuelve a emitir un sonido. De pronto, desde todos lados comienzan a aparecer ballenas, cinco, seis, siete. La orca solitaria se siente superada numéricamente y se retira. Moby se acerca lentamente y me roza con su aleta, sin pensarlo me subo a ella. Mis padres me miran atónitos. Moby emite un nuevo sonido y las ballenas se acercan a los sobrevivientes. Yo les grito.
- Súbanse sobre las ballenas, nos vienen a rescatar.
Todos me miran incrédulos, mis hermanos son los primeros en hacerme caso, al cabo de unos minutos todos estamos sobre los lomos de las ballenas.
La señora del hotel sigue hablando por telefono mirando por la ventana hacia la bahía, de pronto el telefono cae de sus manos.
En la entrada de la bahía de Puerto Pirámides aparecen siete ballenas nadando en formación V, en la punta de la formación una ballena lleva a una niña de dieciséis años que saluda alegre desde su lomo. (*)
(*)Nota del Autor: Este cuento con algunas adaptaciones se lo conté a mi hija cuando tenía seis años. A pedido de ella lo he escrito hoy cuando tiene mas de veinte. Sea este mi presente a esa hermosa niñita de seis que me miraba asombrada con sus ojitos abiertos mientras se lo contaba por primera vez.
¡Un beso Chu!
El Pá
|