Un niño Dios plástico ha nacido en la plaza de Renca, entre los brazos de una prematura virgen María y junto a un José de barba pintada. Un desafinado coro municipal interpreta "El Tamborilero". Al terminar la representación, los asistentes aplauden desfallecidamente, salvo un entusiasta, que celebra a viva voz la llegada del bebé perejil descendiendo desde el cerro. El modesto pesebre, construido con poco más que la buena voluntad de un grupo de vecinos, enciende sus luces. Un acople en el sistema de audio ensordece a la multitud temporalmente. El burro se ríe de manera cómplice.