Ahí te quedas, como quieres quedarte, como tu subconsciente quiere quedarse; tú sólo en la mesa, como la incapacidad de disculparte quiere que te quedes.

Mi cena se enfría sobre la cómoda, junto al libro de las noches. "Buenas noches", dos palabras tan solas, tan secas...
Se seca la carne y se humedecen las patatas. Esta noche sé que no me darás el beso. Pero qué más da, uno que dos, dos que tres... si los besos son ya por compromiso... tansolo debería mendigar la mitad.
El plato queda frío y la habitación apesta a aceite. Las mejillas se mojan.

Mi nariz ya vuelve a bailar con ese horrible tic que visita mi consciencia media hora después de haber llegado, y siento que el ácido ya no me come el cerebro. La puerta está cerrada, y créeme que hoy solo la abrirá mi madre con un "no pasa nada".

Tú no lo entiendes, vosotros no lo entendéis. Entiendo que sea así.
No entiendo que todo sea así.

¿Para qué tener voz? Para qué saber escribir... Ojalá no fueses mi literatura.
¿Para qué sirven todos los reproches?, si las puertas serán todas las que quieras, pero siempre tan pequeñas... por las que nunca pasaré.