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Inicio / Cuenteros Locales / jaime_bss / Teaser: Manual para una mala novela - 5

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Dos de la tarde de un pálido miércoles, Samael, más entusiasta que de costumbre, se ha puesto pantalones — Salgamos a comer, no puedo vivir de galletas de animalitos y café; menos con tu insípido café soluble. Estoy segura de que así es el infierno –Vale, salgamos por algo, pero intenta callar un poco tu música, no traigo ganas de que me corran a media comida —Si, vamos, pero no vayas a beber, es muy temprano, siempre pierdes la realidad cuando tomas con luz de día —Claro, me lo dice Violeta, el personaje infantil de todos mis cuentos. Ni siquiera para desvariar soy original —En el 2012, no puedes esperar ser original en nada. Después de 3000 años de humanos todo se ha dicho, de cualquier forma, incluso inventando nuevas palabras caerías en el chiché de los que inventan nuevas palabras para ser originales; todas las escalas musicales han sido conectadas, algunas hasta con intención; no hay pincelada nueva que no se haya arrastrado, no hay risas estridentes mas altas que ninguna otra ni lagrimas destellantes que brillen mas de lo que han brillado las anteriores —Vale, ya te entendí, era un simple comentario, no tienes que ponerte de rara. Pues antes de salir me tomo un trago, sí de cualquier forma mis pasos ya se dieron no me preocupare por dar pasos correctos, al fin todos los pasos son copias gastadas de otros pasos ¿No? —Eso no tiene sentido, ponte zapatos y vamos—.

Samael y Violeta caminan por la acera bajo el cielo amarillo, no amarillo de atardecer sino de falla hepática; ella salta en un pie los cuadros de la banqueta, cuidando no pisar ninguna línea en el pavimento. Tiene un ordenado compás a cuatro tiempos, compuesto por dos saltos, un silencio y una carcajada; su vestido azul, con crinolina, baila con ella, sus zapatos nuevos casi la hacen volar; el lleva corbata.
Samael, sin la presión que causa evitar esas mortales líneas, se adelanta y entra en un viejo establecimiento, Violeta lo alcanza, esta detenida en la puerta —¿Un bar? ¿De verdad? ¡No pienso entrar ahí! Llévame a un lugar con comida real —¿Comida real? Esto es tan real como tú y yo, deberías sentirte como en casa. Sabes, si no quieres puedes regresar, aún hay suficientes galletas —Te arrepentirás…—. Se sientan en la barra, la cabeza de Violeta queda por debajo del mostrador. —Buenas tardes ¿Lo de siempre? —¿Lo de siempre? Soy un “¿Lo de siempre?” —Si, ginebra —Soy un “si, ginebra”, a esto me reduje… Siempre creí que al menos en mi alcoholismo había algo de elegancia… ¿Qué sentido tiene tanta vida, tanto cargar el cuerpo? Ya puedo ver mi lapida “si, ginebra – 1987/2030”, los detalles estarán de sobra. Corro en círculos sobre mis días laberinticos; mi historia tendría sentido si el final fuera incierto, como aprender de los errores, evolucionar. Ahora siento que soy solo letras sueltas que rellenan una novela, capítulos sin peso, eventos circunstanciales que encaminan mi redacción al inevitable “si, ginebra”. Si fuera libro terminaría en “FIN”, porque además de predecible, soy ordinario, muy barato. Bien puede ser que la biología neurológica sea tan ordenada que diferentes sujetos responderán de la misma forma ante estímulos similares, o podemos ser sujetos de un plan maestro de manipulación mercantil, los cuales indefensos nos quedamos sin opción que pedir el mismo trago cada vez, como ratones de laboratorio ¿Qué sentido tiene la humanidad, MI humanidad si las azarosas presentaciones no tienen alternativa mas qu… —Ya se fue Samael, no te esta escuchando ¿Te esta pido el trago? —Ah si… Pide ginebra, que pongan cacahuates y un emparedado de chuleta para ti, por favor.

Texto agregado el 25-01-2012, y leído por 106 visitantes. (0 votos)


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