Un científico Peruano trabajaba en su laboratorio en una maquina del tiempo, este centro de investigación se encontraba cerca a un barriada de la periferia de la ciudad, después de muchos intentos logro transportar desde el pasado a un Inca del Tahuantinsuyo.

Luego el científico y el Inca salieron a recorrer las calles polvorientas, llenas de casuchas y perros vagos y ve muchas casas con letreros, con música a todo volumen que rebosaban de gentes y bebían y hablaban en alta voz, entonces pregunta ¿Quiénes son, están de fiesta? El investigador científico le responde, son tabernas donde la gente se reúne a beber; ¿tan grande es la sed aquí? Nosotros apagamos la sed con agua que cae del cielo o de los manantiales y nos emborrachamos solo en las fiestas con chicha de jora, menciona el Inca; el científico Peruano le dice que acá la costumbre es beber sin sed y licores de toda clase.

¿Quien paga todo esto? Pregunta el Inca; y le responde el cerebro Peruano que son los mismos bebedores que gastan todo cuanto tienen, el Inca le dice debió advertirme que me encuentro en un país donde la gente no sabe que hacer con su dinero; en eso pasan unas mujeres con sus niños cubiertos de andrajos y desnutridos, pregunta el Inca ¿esta gente si es muy pobre quienes son? El científico Peruano responde son las mujeres y los hijos de los bebedores, que estos con su escaso salario ganado penosamente, todo lo ahogaban en vasos de licor.

Luego estallo una riña entre los bebedores y las botellas volaban, las bocas prorrumpían en improperios y maldiciones, el Inca alzando los brazos al cielo exclama ¿Quién es el déspota que condena a estos desgraciados a la degradación? El científico responde, no hay tal déspota aquellos hombres son libres y corren por su propio impulso a la miseria, pierden salud y acarrean la desdicha de su familia.

Entonces el Inca le pide humildemente al genio Peruano lo regrese, antes de partir se quita hasta el polvo de los pies diciendo que no quería llevar nada de este lugar.