Capítulo 39: “La Alianza”.
-Arturo Peñaloza-contestó.
-Me deja igual-repliqué.
-¿Qué le parece que charlemos en mi oficina?-inquirió.
-Diga dónde queda-dije.
-En el ejército-afirmó.
-¿Es usted realista?-pregunté.
-Estoy seguro de que no me creería si le dijera que no… ¿me acompaña?-preguntó.
-Cuidado a dónde me lleva-fue lo único que atiné a decir antes de seguirlo.
Antes de andar tras él cogí un cuchillo que encontré escondido en uno de los recovecos del salón y me lo guardé en un bolsillo. Luego nos encaminamos hacia su auto que estaba estacionado enfrente al establecimiento. Proseguimos camino hasta el regimiento.
Me hizo entrar por unos pasadizos clandestinos y muy oscuros. La luz del día no entraba en ningún lugar. Llegamos hasta su oficina y me ofreció asiento. Luego hizo algunas cosas propias de la cortesía, las cuales yo por cautela y algo de temor no acepté.
-Tú eres Sofía Poblete, alias Boudica-dijo, no reconocí su tono como de pregunta o de afirmación, solo vi que sus ojos se clavaban con fuerza y seguridad en los míos.
-No creo que usted se arriesgaría a coger una muchacha que no es la que necesita-afirmé.
-¿Eres tú o no?-inquirió.
-Por supuesto, pero usted ¿para qué me necesita?-devolví.
-Vengo a ofrecerte un trato-dijo haciéndose el interesante.
-Usted dirá, pero le advierto que no traicionaré mis ideas, antes asesíneme-advertí.
-No te preocupes, no es nada de eso-replicó asustado.
-¿Entonces?... ¡Vamos, amigo!, no tengo toda la mañana para perderla mirando un plato de galletas, si no habla ahora me largo y perderá su oportunidad-dije.
-Tranquila… de hecho sé algo muy personal tuyo, algo que nadie sabe y la única forma de solucionar tu asunto es una alianza-retrucó.
-Si nadie lo sabe ¿caso usted y sus informantes son una alucinación mía?-dije con sarcasmo.
-Sé que buscas tu guerrilla, y deseo ofrecerte que yo en persona te facilite mis informantes para que la reúnas y una vez junto todo tu grupo lo pongas a nuestra disposición para combatir la Corona, me pregunto por qué no veo tu entusiasmo-dijo con ironía.
-No ve mi entusiasmo por las siguientes razones: ¡Primero! Todos sabemos muy bien que la guerrilla no se resignaría a que la Corona la separara y que los fundadores la intentaríamos reunir, así que su “chantaje” me parece burdo en totalidad. ¡Segundo! Es difícil confiar en quienes me delataron, su trampa me parece algo sinceramente estúpido… ¡Amigo!, usted es del ejército, las batallas no son mover soldaditos de plomo por el jardín, debes tener la mano segura para hacerlo, savvy. ¡Tercero! Mi grupo no soy yo, seré multifacética, pero no multi persona, y no lo venderé por tu chantaje absurdo, así que o hay algo mejor o me largo, aparte no sé por qué no veo por qué alguien del súper ejército de la flojera le interesaría una guerrilla que solamente lo ha hecho todo-aclaré.
-Bien niña, no te traicionaré-dijo.
-¿Cómo podría saber yo eso?, soy guerrillera y fui pirata, no creerás que la principal regla de la clandestinidad es la lealtad, pues lo es un poco, pero es una guía no una regla: tú ves con quién y cómo la aplicas, savvy-dije.
-Te cederé mis legiones y te resguardaré con el ejército nacional libertador para que no te boicoteen-explicó.
-Motivos para no creerte: ¡Primero! Por eso se supone que yo debería creer en que el alto mando no será boicoteado. ¡¿Qué crees?! Soy guerrillera y reitero, fui pirata, lucho contra la Corona que es el alto mando y me dedico a boicotearla, según tu teoría no debería hacerlo, pues ellos mandan, pero en la práctica los dos sabemos muy bien que no es así, pues hemos liberado al menos una vez algún lugar. ¡Segundo! Gran título le das a tu ejército, pero recuerda que todo entra por la vista, no la audición. No he visto medio soldado con una escarapela o en misión, pero el nombre es increíble, suena lindo, pero lindo no significa cierto, publicidad engañosa, ¿fuiste publicista?, pues eres bueno, pero para venderle algo a un perro. Recuerda que la NHM es el verdadero ejército libertador y no se pavonea por la calle, aunque tiene derecho, pidiendo un título de nobleza medieval, savvy-dije expresando mis breves términos.
-Tendrás control sobre todas las armas, las aquí presentes y las que arribarán para el ejército-sugirió sudando de cansancio.
-Insisto, amigo, lindo título. Pero, sabemos que las vías clandestinas para traer armas son muchas más que las legales: podrías traer un ejército nuevo armado y yo no me daría ni cuenta y el boicot sería obvio, créeme: sé de ésto-expuse.
-Todas las vías me demuestras conocerlas, harás una ruta buscándolas y en cada una colocarás gente de tu confianza desligada del ejército y las armas de tu ejército las tendrás a tu vista-propuso.
-¿Cómo sé si tú y tu gente no adquirirán armas para uso “personal” y me boicotean?-dije demostrando mi ingenio.
-No podremos acceder a armas y te entregaremos las nuestras-dijo visiblemente cansado de pensar tácticas.
-Bajo esas condiciones, cuenta conmigo, pero creo que quedan unos cuantos temas pendientes-dije.
-Mis informantes y soldados te facilitarán el cuerpo y el arma mientras me subrogues al buscar tu guerrilla, un mínimo gesto de deslealtad y tienes derecho de muerte sobre ellos-dijo.
-¡Interesante!, significa que quedo a cargo…-pensé en voz alta.
-Claro está eso-dijo.
-Prosiga-dije.
-Luego quedará tu grupo con un elevado porcentaje de armas portátiles y aliaremos las fuerzas, no te rebato que son un grupo valiente y temible-dijo.
-Gracias por el halago y las armas, pero me queda una duda-dije.
-¿Cuál?-inquirió espantado descubriendo mi habilidad mental.
-¿Para qué quieres reunir mi guerrilla? Pues hasta aquí es notorio que quieres que quede al total servicio del ejército, ¿para qué la necesitas?-inquirí.
-Ya te dije: son temibles, fieros, con trayectoria, en fin, un gran factor a favor-aclaró.
-Pero, ¿para qué quieres ese factor a favor?, no es sólo para hacer número-expliqué.
-Para que reúnan al pueblo raso, lo alíen y comiencen bloqueos, trampas, tácticas y nosotros rematemos con las armas. Son creíbles y necesitamos al pueblo para iniciar una campaña-explicó.
-Me interesa, es lo que siempre he hecho, excepto sin el ejército, no te daremos trabajo ni para remate de cuarta. Pero, exponga sus términos, nada pierde-sugerí.
Entonces comenzó la gran aventura, me mostró mapas y cálculos que yo bien entendía, era la marcha libertadora que, cuando fui llevada a España, se cortó, partía por el norte, y nosotros por el sur, me lo explicó, pero yo terminé explicándole a él. Al final, sellamos la alianza con la firma de un documento de lealtad, con los términos de nuestra discusión apuntados por un escriba. Pero firmé con un símbolo falso, no vendería mi guerrilla a un hombre que quería fama y fortuna y luego pavonearse por la calle teniendo las cámaras sobre él, aún le temo a perder la libertad, no en menor medida que en aquel minuto.
|