Espero tu regreso con ansiedad... Entre mapas y ensayos el mundo gira sin parar. Mientras solo deseo que pare y bajar, besar tus labios saber que todo está bien, regresar a mi gris rutina, pelear cara a cara con la monotonía ¡demostrarle al mundo que contigo soy otra!
Más dócil, más tierna, más romántica, más sensata, bajo tu hechizo recorro senderos que jamás recorrería, destrozo barreras abriendo el cielo juntando los mares, fundiendo en una lágrima la vida y la muerte, el fuego y el hielo abrazador de tu mirada, como monumento incoherente a las cicatrices que un corazón cubrió en el pasado con pétalos de rosas hoy remplazados por mis más tiernos besos. Escuchando teorías abstractas que me llaman perversa, otras tantas elemental tal vez minimalista, a diferencia de tu voz que me llama amor, ángel, artista. Pero me miro al espejo, y solo veo un fantasma con una silueta delgada tatuada en letras llorando tinta evocando plumas, danzando sobre papiros de negras carnes como el ébano, porque tú ya no estás a su lado... Descubriendo con terror y asombro que es la más puntual representación de mi soledad desde tu partida.
Soy Aifos, Marat, Dakota, Casandra y hasta una alondra demencial la cual de celestial no tiene nada, y que de master solo posee una voz de trueno convertida en ventisca. Me pregunto ¿acaso existo cuando no estás conmigo? ¿Resucito de mis cenizas cuando entre sueños me invitas a pasar a tu alma? ¿Soy la que escribe esta carta o solo son los despojos de su cansada cabeza? Dime tú, mujer de la sarcástica sonrisa si el día que clavaste el puñal de la agonía en mi pecho ¿mi corazón se detuvo por el frío filo del metal? ¿Por la perfección de tu ser aniquilando mis esperanzas? o finalmente, ¿por qué comprendimos que era nuestro último encuentro? Termino esta carta, confesándote amada mía la otra realidad oculta tras los densos vitrales de santos y querubines de mi pacífico panteón. ¡Qué la muerte es fría y aburrida sin tu presencia como tu cama sin la mía! Cada vez que pienso en ti, aullo a la luna para sentir un poco de libertad antes de la medianoche, cuando salgo con media docena más de ángeles negros para rezar en tu ventana de camino a la taberna de los muertos, que los vivos profesan pero ninguno conoce.
Abriendo así una silenciosa espiral entre tus sueños y mis pesadillas más recurrentes, haciéndote presa fácil de mi sutil y sangrienta ironía de morir por tus celos y afán de huir. El día de mi funeral allí estabas en el sendero más profundo y hostil del cementerio, vestida con guantes, sombrero, corpiño rojo y botas de cuero, escondidas bajo las telas opresoras de tu falda de presunta implicada...
Toda una viuda negra, codicia, orgullo, entereza, llorando de la mano de una joven amante la pérdida de quien por los caminos más oscuros te siguió llegando al final de su existencia, asesinada por las manos de su amada y psicópata esposa. Firma tu difunta esposa… Quien te amo con pasión e ilusión y murió con dolor y desesperación, aquel frío día de enero en el que en brazos de una joven musa te encontró.
Posdata: Si al leer esta carta sientes un agudo dolor en tu cuerpo, no te asustes es solo el frío del metal cortando tu carne en manos de tu tan inocente amante… No te preocupes por el futuro la eternidad te espera y en mi mausoleo hay suficiente espacio para otro cuerpo.
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