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Inicio / Cuenteros Locales / petzenko / Domingo Evaristo Carriego, el último de los ladrones de guante blanco.

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Es sabido que entre los amigos de lo ajeno, encontramos la más variada gama de subespecies. Existe desde el humilde ladrón de gallinas, hasta el exquisito ladrón de guante blanco. Domingo Evaristo Carriego era un ladrón de guante blanco. Literalmente dicho, robaba guantes blancos. Hacía todo tipo de logística para interceptar a los camiones que transportaban dichas prendas, o directamente asaltando fábricas textiles.
Su carrera delictiva comenzó desde niño. Su obsesión por los guantes venía ya de pequeño, debido a una uña encarnada en el meñique de su diestra que le causaba cierto complejo, desde que en un carnaval del 56 se disfrazo de fantasma, prolijamente cubierto por una impecable sabana blanca para que nadie lo reconozca. Todo el mundo se dio cuenta que se trataba de Minguito, (como le decían cariñosamente), en cuanto asomaba su delatora mano derecha y se dejaba ver el aún mas alcahuete meñique encarnado.
Su primer golpe fue después de una navidad. El pedido a Santa carta mediante, fue modesto pero contundente:
-Querido Papá Noel, me gustaría un par de guantes, (blancos). Te mando un abrazo. El gordo Noel a cambio le trajo una pistola de juguete. El pequeño Mingo, se sintió decepcionado por el cambio a su petición, pero inteligentemente entendió que su arma podía ser una herramienta persuasiva para asaltar a su vecinito Benjamin, al cual Santa le había traído un elegante juego de magia con galera y guantes blancos incluidos. Con los nervios típicos de un primer golpe planeo minuciosamente el momento de su asalto.
-Arriba las manos querido Benjamín. El niño acato la orden de inmediato, Benja no era un pibe violento, lo suyo eran las artes mágicas. Igualmente intento un artilugio con su varita mágica que como mucho se convertía en un triste ramo de flores artificiales.
-Baja esa falsa varita y no me obligues a usar mi autentica pistola amarilla rellena de confites de chocolate, dijo en tono amenazante. No me interesa ni tu vara, ni tu galera, solo te pido los guantes, eso si, sin bajar las manos.
-¿Y como hago? Pregunto el pequeño mago.
-No se. Hace magia.
-Increíblemente Benjamin desapareció. Desapareció corriendo por el pasillo al grito de: ¡¡¡¡Mamaaaaa, Mingo me quiere sacar los guantes!!!! Ante el fallido intento, Mingo opto por el plan B que fue esperar un par de días para saltar la medianera que separaba el fondo suyo del de su vecinito que había dejado su juego de magia arriba de una mesa de jardín. Luego de algunos atracos a mayordomos, su robo más memorable fue en una ocasión que en el Teatro La Bohemia se presento Carlos Antúnez, un imitador del cantante Al Jolson. Antúnez, era un rubio de estatura media, que se maquillaba con betún y usaba guantes blancos, requisitos fundamentales para lograr una autentica imitación del memorable Al. Mingo intento entrar al camarín de Antúnez pero casi fue descubierto por el personal de utilería. Corrió y se escondió entre bambalinas. Espero pacientemente hasta que se llenó el teatro y agazapado quedo inmóvil hasta que Antúnez entro en escena. No tenía en mente abordarlo en plena función pero hasta le pareció provocativa y casi inmoral la caracterización de Al cantando y mostrando sus dos manos, palmas apuntando al público, enfundadas en impecables guantes blancos. Mingo no pudo contener su instinto ladrón y se abalanzó sobre Antúnez. Por un instante el público quedo perplejo mientras los hombres forcejeaban al ritmo de “Sonny Boy”. Mingo le arrebato los guantes y salio corriendo. Uno de los utileros trato de detenerlo, al fallar comenzó a gritar:
-¡¡¡Al ladrón, al ladrón!!!
Ante este grito, el público interpretó al prefijo Al, como el nombre del personaje que interpretaba Antúnez, el mismísimo cantante Al (Jolson). Esto desato una debacle. La gente se subió a las tablas propinándole una formidable golpiza al pobre Antúnez cuyo betún negro le disimuló los moretones y ojos en compota de la biaba. Tiempo después el artista reflexionaba irónicamente sobre el episodio:
-Como siempre, ante un hecho confuso de robo, la gente le hecha la culpa al negro.
Luego de algunos golpes menores, Domingo Evaristo Carriego despareció de escena misteriosamente. Algunos dicen que se retiro después de un fallido intento de robo a un enorme portero de un lujoso hotel, otros sospechan que falleció de grande junto a su mujer, una costurera que se dedicaba a la confección de guantes, pero un pequeño grupo de memoriosos sostiene que Mingo sigue agazapado esperando dar su mejor golpe para retirarse definitivamente y quedar en los anales como el mejor y más destacado de los ladrones de guantes blancos.

Texto agregado el 19-01-2012, y leído por 266 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
07-03-2012 Se te extrañaba hermano. miradorlontano
15-02-2012 cuando lei que literalmente era ladron de guantes (blancos) escupí la pantalla con un pppppppppp de la risa! Que bueno que hayas regresado. Un gran abrazo! cesarjacobo
01-02-2012 Muy bueno Petzenco, no es Benjamín quien hace magia, eres tú con tus excelentes ocurrencias. Me gustó mucho. Un abrazo, hermanito y no te pierdas más. SOFIAMA
30-01-2012 Muy bueno. Y tierno a la vez. Una ironía tierna y desopilante. Un detalle, o dos: arriba, al principio, es variada y no vareada. Más adelante, es interceptar (obstruir) y no intersectar (cortar). Perdón por el maestrito ciruela. Abrazo abulorio
30-01-2012 Jajá, me encanto tu invitación, no conocía tu arte narrativo, sorprendida… lo haces muy bien se lee de corrido y nos deja un gustito agradable y placentero, para más.***** Saludos lagunita
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